1. Km 0 - Refugio Casa Forestal de El Campillo
El lugar donde se inicia esta etapa, a 1440
metros de altitud, tiene una gran belleza paisajística
y está a pie de carretera. Esta casa
forestal tuvo una notable importancia en
el pasado, como muestran su tamaño y las
varias construcciones auxiliares que posee.
En una de ellas está, precisamente, el refugio
que se ha habilitado para el sendero Bosques
del Sur. La zona está dominada por pinares
de laricio y verdes praderías, añadiendo los
chopos en otoño su color amarillo.
El lugar es estratégico para la práctica del
senderismo. Por un lado, es principio o final
de la etapa 2 y etapa 3 del sendero Bosques del
Sur. Pero además conecta con otras dos rutas señalizadas. Hacia arriba, con la subida
a la cumbre de El Yelmo por la derivación
2, y hacia abajo, con un camino señalizado
por la Confederación Hidrográfica del Segura
que conduce a río Madera. También se
puede bajar a río Madera desde el cruce de
la etapa 2 con la variante GR 247.1 del sendero Bosques del Sur, opción que es un poco más larga.
En cualquier caso, los caminos señalizados en el triángulo Segura de la Sierra-río Madera-El Campillo
permiten al senderista diseñar a su medida diferentes recorridos circulares de gran atractivo.
Nuestra ruta comienza por pista forestal asfaltada, en suave ascenso en medio de un gran pinar con
abundancia de majuelos. Enseguida dejamos a la derecha el arranque del camino que sube a El Yelmo
por senda. Encinas y algunos quejigos se unen al cortejo vegetal según avanzamos, y grandes vistas
aparecen a la izquierda, hacia la Garganta de Hornos, que es un valle estrecho, profundo y densamente
arbolado. La lejana Sierra de Cazorla cierra al fondo la perspectiva.
2. Km 1,7 - Senda hacia El Yelmo Chico
Llegamos a una bifurcación. Hacia la derecha subiríamos a la cumbre de El Yelmo en 4 kilómetros. A la
izquierda la pista desciende hacia la aldea de El Ojuelo, que está a 10 kilómetros, muy cerca de Cortijos
Nuevos. Nosotros cogemos por ahí y a los pocos metros nos desviamos de nuevo a la izquierda por una
senda. Pero antes no hay que dejar de asomarse al mirador natural que constituye el pequeño risco que
tenemos justo a nuestra izquierda, cuyas amplísimas panorámicas nos impresionarán.
Una vez en la citada senda, veremos que se ensancha y baja al principio con rapidez. Se trata de una
vieja senda tradicional que discurre entre rocas y pinos y que nos permitirá alcanzar el hermano menor
de El Yelmo, llamado El Yelmo Chico, que en realidad constituye la prolongación de la mole de El Yelmo
hacia el suroeste.
3. Km 3,1 - El Yelmo Chico
La senda desemboca en la pista que rodea buena parte de este monte, uniéndose nuestra ruta al PR-A
150. Continuamos por la izquierda. Si cogiéramos por la derecha, atajaríamos, pero a costa de renunciar
a todos los atractivos que nos va a deparar circunvalar El Yelmo Chico. Las vistas que se abren hacia la
Garganta de Hornos son grandiosas, y podremos disfrutar de ellas durante bastantes trechos a lo largo
de los próximos kilómetros, siempre envueltos por un bosque de pino negral salpicado con algunos
arces. La pista va rodeando El Yelmo Chico en el sentido de las agujas del reloj.
Más adelante este giro es más acusado, apareciendo ante nuestros ojos el embalse de El Tranco, la Sierra
de Las Villas al otro lado del Valle del Guadalquivir, y la de Cazorla al fondo. Un poco más adelante
veremos también el pueblo de Cortijos Nuevos y las alineaciones exteriores de la Sierra de Segura, con
aldeas en sus laderas como Arroyo Frío, El Pelón y Catena, en medio de un gran mosaico paisajístico de
olivares, pinares y cortijadas. Tras estas elevaciones se divisa el bello pueblo de Chiclana de Segura, en la
comarca de El Condado, y en el último plano, las lejanas llanuras manchegas.
La ladera por la que transitamos se orienta hacia el noroeste, lo que facilita que aparezcan más arces. A
nuestra derecha vemos grandes paredones verticales, y encontramos un pequeño manantial cuya agua
es recogida por un viejo tornajo de madera junto a un arce. No es infrecuente, por todos estos parajes,
ver grupos de cabras monteses.
En el kilómetro 7 llegamos a un cruce. Si fuéramos a la derecha volveríamos al punto en el que la senda
por la que descendimos de El Yelmo se unió a la pista que estamos recorriendo, siempre por el PR-A 150,
por el que se puede hacer, por tanto, un recorrido circular en torno a El Yelmo Chico. Nuestra ruta, sin
embargo, gira aquí a la izquierda, enfilando ya hacia la aldea de La Capellanía.
4. Km 7,7 - Cruce con pista a la Fuente de los Ganados
En este punto nuestra ruta gira de nuevo a la izquierda. Si tomáramos a la derecha iríamos por el PR-A
147 a la antigua casa forestal de la Fuente de los Ganados, un lugar muy agradable, con fuente (aunque
no es seguro que tenga agua), a donde llegaríamos en unos quince o veinte minutos y que constituye
un desvío aconsejable si vamos bien de tiempo. Nuestra etapa sigue contorneando El Yelmo Chico por
la misma cara por la que hemos venido caminando durante el último tramo, pero ahora en dirección
opuesta y a un nivel más bajo, haciendo un gran zigzag. Unos 300 metros más allá de este cruce sale
una senda a la derecha, en fuerte descenso, que nos llevaría por el PR-A 147 a la aldea de El Robledo en
aproximadamente una hora y media. Nuestra ruta continúa por la pista y entramos en una preciosa
zona de encinar con numerosos arces y madroños, flanqueada por una espectacular arquitectura rocosa con
grandes cantiles verticales coronado de contornos muy llamativos. Aquí los pinos son laricios en
vez de negrales, ya que, a pesar de estar a menor altitud, la orientación norte de este tramo crea condiciones
de clima más fresco que posibilitan la aparición de estos pinos por debajo de la franja bioclimática
del negral, al revés de lo habitual. Pasaremos junto a un manantial con otro tornajo de madera, este
más grande que el anterior, que crea un fresco rincón con abundante vegetación ligada a la humedad.
Pronto se nos abrirán de nuevo profundos horizontes hacia Cortijos Nuevos, Hornos de Segura y las Sierras
de Las Villas y Cazorla, y en el kilómetro 11,1 abandonamos la pista tomando una pequeña senda
que sale por la derecha y que ataja para llegar a La Capellanía.
5. Km 11,4 - La Capellanía
Llegamos a esta pequeña y encantadora aldea, que es un hito importante en esta etapa y donde merece
la pena detenerse un rato para disfrutar de su ambiente de aldea segureña de montaña. Está habitada
durante todo el año por unas pocas personas, y aún conserva el edificio de la pequeña escuela -ya inactiva-
su era, y su lavadero. Es imprescindible acercarse a este último por un camino de unos 150 metros
que sale hacia la izquierda de la aldea, y que constituye un rincón que no olvidaremos, con su fuente, sus
pilas donde antes se lavaba a mano, el techado restaurado y un extraordinario mirador.
Salimos de la aldea pasando por delante de
la puerta de la vieja escuela, comenzamos a
bajar y a los pocos metros abandonamos el
camino para tomar una senda que sale a la
derecha, a contramano. Descendemos con
rapidez entre pinos carrascos, enebros y romeros
hacia el fondo del barranco del arroyo
de las Aceitunas, también llamado de La
Garganta.
6. Km 12 - Barranco del arroyo de las Aceitunas
La ruta llega al fondo del citado barranco,
que normalmente se puede vadear sin problemas
porque lleva poca agua, pero en caso
de necesidad de puede girar a la izquierda y
en unos pocos metros pasamos el río por
un puente. A continuación la senda se eleva
y el arroyo queda abajo a nuestra derecha,
cayendo sus aguas en pequeñas cascadas
cuando hay caudal suficiente. Pasamos por
algunos bancales ya abandonados, donde
hay que estar atentos a las balizas de señalización. La zona es umbría y la vegetación heterogénea, pues a las especies propias del monte mediterráneo
que crecen bajo los pinos carrascos, como lentiscos y cornicabras, se suman algunas propias de
lugares con humedad, tales como fresnos y algún serbal común, a lo que se suman árboles que en su
momento fueron cultivados y están ya abandonados, como olivos, higueras y nogales.
Tras un cruce bien señalizado la sendilla se convierte en un camino bien definido. En el denso pinar de
carrasco aparecen algunos quejigos y guillomos (Amelanchier ovalis). El camino va sobre una conducción
de agua. Apenas tiene pendiente y es muy agradable, abriéndose hacia la derecha ventanas entre
el arbolado por donde podemos contemplar los espectaculares poyos de El Yelmo Chico de donde
venimos.
Al atravesar un pequeño olivar el camino se ensancha, para convertirse de nuevo en senda, que en algunos
puntos es bastante aérea y tiene los tradicionales calzos de piedra seca. Pasaremos por otro olivar
algo más grande en el que merece la pena fijarse. Es el típico olivar de montaña de esta zona de la Sierra
de Segura, con viejos troncos retorcidos y muretes de piedra que abancalan el terreno para paliar la erosión.
El lugar es extraordinariamente expresivo del aprovechamiento histórico de los recursos naturales
en esta zona del parque natural, pues los olivos fueron plantados en laderas con acusada pendiente en
épocas en las que su cultivo era importante para la supervivencia, a pesar de su poca productividad y
lo trabajoso de su explotación. Rodeados de bosque mediterráneo y formaciones rocosas, componen
un armonioso paisaje, del que a veces también forman parte aldeas y cortijadas, como bien podemos
comprobar desde esta misma senda cuando alejamos la mirada hacia el amplio valle de Cortijos Nuevos.
Hoy, la producción de estos olivares de montaña sigue siendo corta, pero la calidad de sus aceites
es extraordinaria, tanto por las características del suelo y del clima como por la cuidada elaboración,
sujeta a la normativa de la Denominación de Origen (AOVE) Sierra de Segura.
En el kilómetro 15,4 nuestra senda desemboca en una ancha pista forestal que hay que tomar a la
izquierda, gozando desde ella de estupendas panorámicas hacia el citado valle de Cortijos Nuevos.
Pronto nuestra mirada se verá sorprendida por la visión del pueblo de Hornos de Segura, coronado
por su castillo.
7. Km 16,4 - Hornos de Segura
Llegamos a este pequeño pueblo serrano por su parte alta. Una vez en el centro, además de recorrer
con calma sus estrechas calles, debemos contemplar las grandes vistas que se divisan desde dos puntos,
gracias a la situación elevada de la población, cuyo origen es defensivo. El primero es el mirador de El
Aguilón, al que se accede desde la plaza, en la que también está la iglesia parroquial. Es, literalmente, un
balcón desde el que veremos las relajantes aguas del embalse de El Tranco, que cubren la antigua vega
de Hornos, y las grandes elevaciones montañosas que lo flanquean. El otro mirador está en la parte
contraria del pueblo y es la Puerta de la Villa, de posible origen almohade, que es la típica puerta de
entrada en codo para controlar el acceso fortificado al pueblo, con una escalera interior que da paso a
una encantadora azotea con vistas hacia Cortijos Nuevos.
Es imprescindible subir al castillo, de origen árabe y recientemente rehabilitado como centro de interpretación
astronómica, el Cosmolarium. También se puede pasear hasta los pequeños miradores
que hay en las diversas salidas del pueblo y, en verano, refrescarse después de la caminata en la piscina
municipal, pequeña, familiar y con una situación privilegiada.
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