Tercer capítulo de este intenso, trepidante y gozoso fin de semana (de 72 horas) en la sierra con mis hijos y amigos. Este último con dos etapas, la primera para ver la puesta de sol en el Calarilla y una segunda, desde aquí y tras pasar la noche al raso en una finca particular cercana, descendiendo por Collado Bermejo, Valdeazores y todo el cauce del Borosa hasta la piscifactoría. Aprovecho para agradecer al propietario de la parcela su generosidad, al acogernos en esta fría noche y el traslado (de ida y vuelta) junto a mochilas y demás enseres.
Dura y exigente, auténtica "
prueba de fuego", tanto para los "adultos responsables" que íbamos, pero sobre todo para los niños que se dieron una soberana paliza con calor y mochilas cargadas con bebida y comida, pero de la que sin dudar, recordarán con cariño, toda la vida. A los mayores nos dieron una verdadera lección de esfuerzo, compañerismo, solidaridad, trabajo en equipo, sacrificio, constancia y empeño que, sorprendió y maravilló a los mayores que los acompañamos y llenó de "
orgullo y satisfacción", a los padres.
El campamento, donde estaba mi hijo pequeño Alfonso, consta de unas extraordinarias instalaciones con cabañas de obra y amplios espacios con muchísima vegetación, comedor, piscina, campos de fútbol y todo junto al río. Realizan muchas actividades deportivas y educativas relacionadas con el medio ambiente. Una de las muchas es la denominada "Marcha Larga", que fue la realizada entre el domingo por la tarde hasta la tarde del lunes.