Nava del Milano Bigarrales: Estilo Pepe Cabrera

[Juan José Frías Mora]

La Sierra de las Villas carece del reconocimiento de sus sierras “hermanas”, pero la orografía de este rincón, sus cintos, sus cortados y barrancos, su verticalidad y su abundante vegetación, la hace inigualable. Si le añadimos la tonalidad de sus peñascos y la singular huella humana, con gran presencia de extranjeros, que han rehabilitado las construcciones tradicionales, en piedra y madera y pequeños huertos muy cuidados; siendo además, balcón natural sobre las dos vertientes; el Guadalquivir y el pantano del Tranco. La posiciona en una privilegiada ubicación geográfica y panorámica, entre la agreste belleza, de un durísimo olivar de montaña, salpicado de monte y la frondosidad de la gran extensión, del mejor espacio natural de España!!!.

Para los que nos gustan estás “tontás serranas”y sin pasiones; la sierra más hermosa, más atractiva, más seductora, más sugerente y más cautivadora!!!!

Antes de relatar el rutón que nos tenía preparado el pariente, agradecer el magnífico y minucioso trabajo del Gran Villano (en este caso y hoy “Gran Vilano”), nuestro estimado Mariano, “Galeno mam”, que ha desbrozado “literalmente” casa paso y cada uno de los caminos de acceso y sus numerosos topónimos, de éste sin par rincón serrano.
Ineludible su consulta http://elcochedesanfernando.blogspot.com.es/

Agradecer, cómo no!!!, al pariente Pepe Cabrera, que se brinde, una vez más, a madrugar y darnos una deliciosa paliza para enseñarnos y llevarnos por estos lugares increíbles. Por cierto, pariente, llevo dos días estudiando mapas y repasando el blog de Galeno, a ver si logro enterarme; por donde puñetas nos metiste!!!!

Aquí sentido de la orientación no sirve; hasta el gps se dislocó; la prueba fehaciente, el guirigay de track. He tenido la obligación de marcarlo con flechas y numerarlo, para intentar comprenderlo y partirlo en dos fases para colocar topónimos.
Con casi 24 km y diez horas y media de ruta; a “ritmo pariente” y estos desniveles; el conjunto de esta ruta debe catalogarse de bastante dura y muy exigente desde el punto de vista físico.

La Ruta
Comenzábamos a caminar, el pariente Pepe Cabrera, el amigo Carlos Segura (que tampoco está cojo) y yo, poco después de las siete, al inicio de la pista de la Nava del Milano (o del Vilano) entre los km 22 y 23 de la carretera transversal de la Villas. Remontamos el llamado camino del Poyo del Moro, que comunica con El Bardazoso y el Aguascebas Grande.
En este primer tramo “para estirar”, nos asomó al barranco de las Cebadillas, para explicarnos que saldríamos, por aquí, bastantes horas después.

Desde este punto iniciamos un espectacular cresteo por el puntal del Filo, dejando el puntalillo del Ahijadero por debajo.
Las sensacionales vistas de los cintos de los Bigarrales (Vigarrales en mapas) son excepcionales!!!

En su penúltima vuelta de tuerca a los Bigarrales, Galeno mam, lo denomina muy acertadamente el “Barranco Perfecto”

Tras cruzar el Puntal de Yescas nos dirigimos, bordeando los llanos del Navazo Alto, al otro puntalillo; el de la Cuna, que nos llevará a la Caseta de Fogoneros de Navazalto y su singular paraje. La contemplación del valle de Guarondo inundado por el embalse del Aguascebas, el barranco de la Osera y el valle del Guadalquivir a sus pies; es una de las vistas más agradables y satisfactorias y que compensan cualquier esfuerzo.

Tras este seguimos un cresteo descendente hasta el poyo del Lentiscar y su fraile, cruzando el arroyo del Torno, por un buen paso junto a las ruinas del cortijo del Tío Juan o del Sordo. Desde aquí, descendemos por el encauzado arroyo del Torno hasta el embalse y la base de la caída de la cascada de la Osera.

La pista antigua parte detrás de la preciosa Casa del Guarda. En su trazado un magnífico ejemplar de tejo y algún ejemplar de acebo, pegado al cauce de la cascada.
Remontamos, de nuevo a la presa, volviendo por el arroyo del Torno y cruzando por los Prados de Coca, cuyos cultivos denotan la existencia, antaño, de un vivero.
Tomamos fuerza y agua en la fuente del Milano, mientras charlamos con los amables vecinos de los cortijos.
Desde la fuente y por el camino viejo, enfilamos la preciosa senda, empedrada aún en muchos tramos y que nos hace pensar en un “roman road” e incluso “iberic road”. Tras bordear, de nuevo el precioso Navazo Alto, llegamos al singular monolito, para tomar, un bocadillo!!!!!!!!!!
La visión de los Bigarrales, desde aquí, es sobrecogedora!!!!

Sin tregua, pues el pariente marca un endiablado y magnífico ritmo que nos mantiene siempre alerta y en vilo; tomamos la senda de la Cuesta del Navazo Alto, que por su trazado y sin dudar debió ser una importantísima vía de comunicación con el valle y el Guadalquivir.

En el punto donde se bifurca para bajar al valle o seguir hacia las Cebadillas; o son dos los collados o se nombra el mismo de dos formas. Collado de las Albarizas; Collado de los Picazos (tras verlos, se comprende este nombre).
Es magnífica y bastante bien desbrozada, toda la senda hacia el cortijo de los Bigarrales o del Arroyo del Toril; cosa que se agradece enormemente, al caminar por este terreno tan pendiente, quebrado y con abundante vegetación.
Tras este cortijo se pasa por otro “sin nombre conocido”, relativamente cercano al Puntal del Serrano (en cuya cima apreciamos los restos de una construcción) y que también posee otra tapuela, en un puntalillo más bajo (preguntamos por este cortijo, a los habitantes de la Cebadilla Baja, pero no recordaban su nombre)

Recorrimos la preciosa y muy bien mantenida senda de las Cebadillas y cuando ya creíamos que se acercaba el fín, pasando por el tranco de las Cebadillas al Milano; como en las bodas de Caná, el pariente nos había reservado el mejor vino para el final. El recorrido por los cintos y poyos de los Bigarrales, pasando por el tranco de igual nombre y llegando a la Transversal poco antes de las seis.
No besé el suelo a modo Juan Pablo II, porque acaban de pasar un rebaño de ovejas y la carretera estaba llena “de cagarrutas”.

Pero para que conste; a continuación, comentario del pariente (léase con mezcla de pena y algo de ironía):
“cucha pariente; casi nos queda una hora de luz; una pena!!, podíamos habernos acercado al puntal de la Gachamiga”

La suerte de acabar con luz del día y no hacer la Gachamiga, es que tenemos una excusa perfecta para volver y nos permitió una generosa penitencia en el Mesón del Jardín de Villacarrillo.

[Juan José Frías Mora]

[Juan José Frías Mora]

[Juan José Frías Mora]

Poyo del Lentiscar

[Juan José Frías Mora]

ruinas del cortijo del Tío Juan o del Sordo, junto al arroyo del Torno






Casa del Guarda

[Juan José Frías Mora]

fuente en la pista de bajada a la base de la cascada del aliviadero del pantano


gran ejemplar de tejo en esa misma pista


acebo, difícil de ver, de localizar y de fotografiar


se encuentra bajo estos cordajes de rápel

[Juan José Frías Mora]

en la subida a la presa, algo de túnel






realmente bonito

[Juan José Frías Mora]

retomamos de nuevo el arroyo del Torno para recorrer los prados de Coca


un poco mas arriba, junto a los cortijos del arroyo del Torno, una hermosa era


fuente del Milano


y tomamos el camino viejo empedrado a Navazo Alto

[Juan José Frías Mora]

llegamos al monolito en el collado de la cuesta de Carboneras para tomar un respiro y un bocadillo, que a estas alturas ya nos lo habíamos ganado


En cinco palabras: ES-PEC-TA-CU-LAR!!!!!!


tomamos la magnifica senda de la cuesta del Navazo Alto y llegar a la bifurcación existente en el collado de las Albarizas y/o collado de los Picazos


en estos collados, las vistas de los Bigarrales son fabulosas!!!

[Juan José Frías Mora]

Junto a una tapuela cercana al puntal del Serrano y sin duda, un boliche


llegamos al cortijo del los Bigarrales o del Arroyo del Toril


llegamos a otro cortijo del que aún desconocemos el nombre y que posee además otra tapuela mas en un puntalillo mas bajo pero muy cercano a éste.