Del C.Pocico a Pocico por Gachamiga,cresteo Fogoneros-Guarondo,Torno,Bigarrales-Cinto

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"Pa qué tan temprano, pariente"



228ª RUTA: 25-09-2014: DEL COLLADO DEL POCICO AL C. POCICO POR PUNTAL DE LA GACHAMIGA-CASAS DEL VILANO-CRESTEO POR LANCHA DEL LENTISCAR Y FILO DEL BIGARRAL, TRANCO DEL BIGARRAL A CASETA DE LOS FOGONEROS-CRESTEO POR LAS LANCHAS DE LAS BUITRERAS Y LENTISCAR HASTA GUARONDO, BASE DE LA PRESA, PANTANO DE LAS AGUACEBAS-ARROYO DEL TORNO HASTA FUENTE DEL VILANO-SENDA HASTA LA CRESTA-NAVAZO ALTO-MONOLITO JUNTO A LA CUESTA DE LAS CARBONERAS-TRANCO Y SENDA DEL BIGARRAL-SENDA POR EL BARRANCO PASANDO POR EL CORTIJO DE LOS BIGARRALES HASTA LAS CEBADILLAS BAJAS-CEBADILLAS ALTAS A COLLADO DE LOS BLANQUIZARES-CINTO DE LOS BIGARRALES,POYO ANGOSTO-FUENTE DE LAS VÍBORAS-TRANCO DE LOS BIGARRALES-CASAS DEL MILANO-COLLADO DEL POCICO.

SE VE O HE PASADO POR: ADEMÁS DE LAS NOMBRADAS ANTERIORMENTE, CRUZ DE YESCAS, PUNTAL DE CUNA, PEÑÓN DE NAVAZALTO, PUNTAL DE LAS CUEVAS, COLLADO HATERIL, PEÑÓN PARTÍO, COLLADO PICAZOS, BARRANCO BIGARRAL, ARROYO TORIL, OJO BIGARRAL, BARRANCO MARTÍN RUIZ, PUNTAL DEL AHIJAERO, COCOTA CERILLO, PUNTAL DE LA SALUD, AMÉN DE BLANQUILLO, TORRASO, MORRONES, MUELA Y ROBLEHERMOSO, MORRA, VILCHETES, OSERA, …

MI AGRADECIMIENTO A QUIENES HAN POSIBILITADO QUE PUDIÉRAMOS LLEVAR A CABO ESTA RUTA: MARIANO, PACO Y PEPE ÚBEDA, ASÍ COMO A LA PARTE QUE LE CORRESPONDE A ABELARDO, QUE HAN DADO A CONOCER ESTE INCREÍBLE RINCÓN VILLANO Y DEL QUE ME FALTA SITUAR CORRECTAMENTE ALGUNOS TOPÓNIMOS (espero no cometer muchos errores, al igual que deseo ser corregido por vosotros, pues así los aprenderé y otros no caerán en el mismo equívoco).



Ha que tenía entre ceja y ceja el perfil serrano que se contemplaba desde el Collado del Puntalillo, cercanías y cresteo por la lancha que lleva a la Zona Recreativa de Gil Cobos.

El Pocico me invitaba a tomar la decisión para recorrer la lancha y, cómo no, esa “Gachamiga” tan apetitosa como la que suelo degustar de cuando en cuando a lo largo de los días fríos, y no tanto (no es la gachamiga que se prepara en Cazorla y aledaños, sino una masa de harina y patatas con sus ajos que se asemeja en su aspecto a la tortilla española. Una esquesitez).

“Culpable”, pues Luis cuando la nombró por primera vez en ruta con los Frescales de los Miércoles.

Es broma, Luis. No sabes lo que te agradezco que nombres lugares, y no digamos que digas cómo se accede a ellos.

Espero haber estado en ella, pues como no utilizo GPS no tendría nada de raro que no haya accedido a ese Puntal ya que desde el carril que lleva a Bardazoso, por el carril de Mogón, destaca con exuberancia de Puntal, pero claro, por arriba no sabía situarla más que con las varias cerradas curvas que hace el antedicho carril.

Ya había dos varetas para hacer el canasto, escaso número de componentes.

Había que añadir elementos y ahí estaba Vilano, Navazalto y Bigarrales con todo lo aprendido gracias a Mariano, Paco y Pepe.

Hombre, con tres varetas ya se puede trenzar, pero por qué no con cuatro. Pues hecho, era cuestión de coger la de Aberlado bajando a Guarondo, al pantano de las Aguascebas, cresteando.

Sólo faltaba encontrar el día y, con mucho gusto, invitar a un gran poseedor de cualidades físicas e ilusión, que puede dejar en entredicho a quien quiera retarlo.

Nada le había comentado, pero teniendo la posibilidad él de dejar la obligación laboral acogió la devoción en cuanto encontramos el día apropiado para los dos.

Con la ilusión de tener en la mano estos cuatro ases bajo la manga, pero con muchas dudas con dos de ellos, nos presentamos en el Collado del Pocico, pariente, antes de que abrieran la sierra, de noche como un cerrojo, por lo que tuvimos que esperar como una media hora para empezar a subir por la lancha de la izquierda, pues “antes no se veía ni pelota”,y , sin camino definido, imposible, sobrando tiempo para volver a situar a Gregorio sobre la idea que íbamos a llevar a cabo si teníamos suerte.

Tomamos el arroyuelo que queda a la derecha de la tapuela del Pocico y, no buscando ni la posibilidad de la existencia de una senda, nos situamos por los filos de la lancha y así poder admirar los lugares que ya he trajinado: Muela, Roblehermoso, Postre, Tejea, Morrones, Bardazoso, Carrales, Torraso, Blanquillo, Morra, Chorrogil, Vilchetes y los olivares de la sierra y de la campiña.

De peñón en peñón vamos girando hacia el norte, hacia el Aguascebas, tratando de situar ese Puntal de la Gachamiga, pues no lo identifico en su forma.

Tras bajar y divisar las curvas del carril y haciendo “un esfuerzo mental” creemos encontrar a la susodicha, como diría Galeno.

Es desde aquí desde donde nos orientamos para dirigirnos al arroyo donde se coge la senda de bajada a las Cebadillas pasando por tablas de cultivo, tornajo y recogidas navillas que vida tuvieron que tener en su día y por tanto alguna senda que otra debe “esconder” probablemente.

Resultó fácil alcanzar la valla que rodea las Casas del Vilano (Milano) y coger la senda que por la Lancha de los Lentiscares y del Filo, pasando por el Tranco de los Bigarrales, nos invitó a seguir cresteando hasta llegar a la Caseta de Fogoneros y poder saludar al vigilante y desparramar nuestros sentidos ante todo lo que se divisa a los cuatro puntos cardinales.

Una gozosa gozada al gozar con gozo.

_ Vaya gilip…..

Bueno, pues dejamos la caseta y nos fuimos cresteando por las Buitreras y los Lentiscares hasta que la rocosidad y la cercanía del arroyo, y de la casa forestal influyó en la decisión de tirarnos a las zarzas del arroyo y llegar a la pista que baja de la C.F.

Con ella bajamos hasta el curso seco del arroyo y nos asomamos a la primera cascada para seguir hasta la base del muro y salir por el extremo opuesto de la presa.

Analizada la hora desistimos sobre la idea de acercarnos a Chorrogil (decisión acertada, pues anochece pronto en estas fechas).

Sabía que la senda del Arroyo del Torno salía de la C.F., pero en lugar de por la derecha, equivocadamente, elegimos la izquierda, y, “con dificultad”, subimos arroyo arriba hasta alcanzar la senda que acompaña a la gran acequia que conduce las aguas a la presa.

Todo marchaba a pedir de boca atravesando esos campos que se abren conforme avanzas hasta encontrar la senda que sale por detrás de la misma Fuente del Vilano, volviendo a la cresta y posibilitando el atravesar el Navazo Alto y poder reponer energías en el gran monolito que corona la Cuesta de las Carboneras.

A su izquierda se toma el tranco y senda de los Bigarrales que tan bien desmatojada ha quedado y que nos llevó hasta al segundo colladillo, que con hito, nos indicó el camino a seguir para llegar al Cortijo del Bigarral (algún hito habría que poner al poco de iniciarlo, a su paso por las olivas, pues varias veredillas producen confusión y hay que coger la más marcada a unos metros de la cuesta sin tratar de buscar la tonga).

Ya loé en su día lo que suposo admirar esas lanchas y cinto desde ese bonito barranco.

Todo transcurre según lo evaluado, pero mi memoria no es como la tuya, Pepe, y al llegar a las siguientes olivas vuelvo a tener mis dudas. Hay que ir hacia la izquierda de ellas, sin senda, a través de los olivos para alcanzar el collado, donde aparece de nuevo de forma clara el camino.

Todo según guión.

_ ¿Y las dos pifias, qué?

_ ¡Hombre, que las solucionamos sin mayor “descalabro” y sin apenas pérdida de tiempo! ¿No?
Vamos, yo creo que esto entra dentro de la normalidad


_ Sí, vale. ¿Haber cómo cuentas el final? Vamos, la llegada al Pocico, majete, desde el Milano.

_ Bueno, lo voy a contar, pero primero tendremos que llegar a ese punto. ¿No te parece?

Pasamos por la tapuela así como a la loma que da vista a las Cebadillas de Abajo, donde, de nuevo, uno de sus moradores le dio agua a los sedientos.

El tiempo mandaba y había que reducir un poco la ruta y, en lugar de llegar al Milano para subir al tranco que baja a los Blanquizares, optamos por llegar a él desde detrás del cortijo de las Cebadillas de Arriba, tras rodear la valla por arriba, lógicamente.

No ofrece dificultad este Cinto, este Angosto, y con buen tranco superamos el tranco de los Bigarrales y bajamos a la pista para, por detrás de la valla de las casas, volver a meternos en el arroyo que nos lleve a las navillas y tornajo.

Aquí apareció el problemilla. No encontramos los tornajos que nos hubiera indicado el camino a seguir al collado. Sí una tapuela en unos campos despejados que nos indujo a llegar al collado, pero pensando que mejor era bajar por la zona más amplia cogimos la dirección equivocada y por tanto tuvimos que rodear la lancha hasta encontrar la salida, pues los pinos no nos dejaron verla, siendo un gran alivio el ver el Cortijo Rural del Pocico cuando las luces del día ya preocupaban, y eso que teníamos previsto y hablado varias veces a lo largo del día de decidir el tomar la carretera en caso de que la hora fuera avanzada, como siempre he procurado cuando he hecho una ruta larga, el llegar a un carril o carretera y la solución la da el “andar”.

Pariente, por la hora de llegada verás que ni con todas las pólizas que pueda imprimir para ti la fábrica de Moneda y Timbre la Dirección General le daría curso, pero sabes que se puede hacer más corta cuando quieras.


Ahí queda el encontrar la posible senda que enlace el Pocico con el Milano.





¿Sobre la Gachamiga?

Gregorio ante el Cinto.

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De la tapuela del Pocico.

Observando el recorrido.

Al alba: Berdazoso, Morrón de Santa María, Tobilla, ...

La Muela

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La foto no refleja la extensión, no, la grandeza de la Sierra.

Con otros colores.

Buenos recuerdos por estos collados y puntales.

Escondiendo la Tejea.

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Una última mirada.

Santa María

Tenemos que cambiar la mirada hacia otros intereses.

Lastrilla, Bigarrales, Filo, Ahijaero, Navazalto, Vilchetes,...

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Orientándonos con las curvas.



Creo que ha disfrutado, Gregorio.

Nuestro Torafe.

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Y también los primeros rayos para Villacarrillo.



Pero antes hay que buscar ese puntal.

Si es impresionante desde abajo, no lo es menos desde arriba.

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Bajamos en su busca.

Pero hay que parar.



Los haces conforman los contrastes.

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Por el Puente Toba y el vado que sube a las Cebadillas.

Nos está más allá, hacia el Gil Cobos.

Volvemos la vista y ...
¿Es éste, Luis?

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Sobre él.

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Recuerdo de la tapuela cuando subí desde Puente Toba bien enmatojado.

A por la segunda vareta, buscando la unión del arroyo con el final de las casas del Milano.

Mucha roturación se dio por esta zona.