Es la obra arquitectónica más emblemática de Cazorla, tanto por su traza,
como por el lugar en el que se levanta. La villa hasta el siglo XVI, apenas
si debió superar en expansión la ribera del río de su nombre. Seguramente
conectando ambas márgenes había algún tipo de puente de madera o piedra.
Con la perdida de la propiedad de estas tierras por parte del arzobispado de
Toledo en favor de don Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I y de
su hijo Felipe II, que concedieron el adelantamiento de Cazorla en propiedad
y heredad para sus sucesores, la casa de Los Cobos, como todos los nuevos
magnates del siglo XVI, realizaron grandes inversiones económicas en obras
arquitectónicas, fundamentalmente religiosas, siguiendo la política de la
contrarreforma. Esto ya había sido evidente en Úbeda y Sabiote, donde el
secretario del rey tenía grandes posesiones.
Para esta construcción, por tanto, era necesario solventar el problema de
incomunicación de las dos márgenes del río, para lo cual se emprende la obra
de construcción de la impresionante bóveda que cubre el río, permitiendo
diseñar un extenso espacio, planificado urbanisticamente, donde se
colocarían las nuevas dependencias publicas presididas por un gran templo.
La bóveda es de medio cañón, muy compacta y se adapta a los desniveles del
río en todo el trazado de la plaza, nivelándose con tierra para dar la
imagen actual.
La Iglesia se diseña en la parte sur, presidiendo la nueva plaza, para lo
cual, los muros del este, están cortados sobre la roca del propio cerro,
sobre los que se levantaran los paramentos superiores. La planta de la
construcción es de "salón" (rectangular), con tres naves, la central mayor
que las dos laterales. Presenta un ábside plano y a los pies, posiblemente
dos torres, de las que solo quedan restos de una. En su interior
actualmente, solo se conservan los arranques de los enormes pilares y
algunos paramentos desnudos, no obstante podemos destacar tres ejemplos de
su magnifica traza renacentista: la espléndida traza de la torre y la
capilla bajo ella, conocida como de los Camarasa o del Baptisterio; unas
deterioradas pinturas al fresco en la denominada capilla de ¿san Cristobalón?,
junto al altar ; el tercero sería la bóveda "acasetonada",
(cuadros=casetones) que hay sobre el ábside y el altar mayor.
De los restos conservados destacan las dos portadas principales. La de la
fachada norte, hoy se accede por una escalinata, este un añadido
posterior, merece destacar el frontispicio y hornacina sobre la torre,
rematado por dos altorrelieves representando a dos alegorías: la justicia y
la fortaleza. La portada oeste, es de fina traza y líneas clásicas, con arco
de medio punto y orden compuesto, destacan los altorrelieves de dos figuras
delimitando las enjutas del arco y rematado con una cornisa.
Otros elementos destacables son la capilla de la sacristía, con una
espléndida escalera de caracol que asciende hasta la parte superior de las
bóvedas. En la parte posterior de la Iglesia, destaca la magnifica solución
de paramentos y vanos que aligeran el gran volumen construido. Debemos de
tener en cuenta que los materiales empleados son la piedra como elemento
principal, en las partes bajas caliza "viva" de gran dureza y en el resto de
los paramentos la tradicional "toba", más fácil de trabajar y sobretodo
menos pesada, lo que aliviaría el peso sobre la bóveda del río. Para las
terminaciones y partes mas nobles, además de los revestimientos interiores,
se utiliza la magnifica arenisca de la loma de Úbeda.
Históricamente se ha supuesto que esta Iglesia fuera de traza de Andrés de
Vandelvira o de sus ayudantes más cercanos, creemos que esta ambiciosa obra
urbanística, que afecta, no solo a la Iglesia Mayor, sino a todo el conjunto
de la plaza, debió de ser idea de los miembros de la familia Cobos y del
propio maestro cantero, aunque quizás su ejecución pudiera deberse a uno de
sus ayudantes, posiblemente Alonso Barba, siguiendo las trazas del maestro o
posiblemente introduciendo elementos propios. Los continuos problemas que suponen los
pleitos interpuestos por la Iglesia de Toledo contra la casa de los Cobos,
marqueses de Camarasa, para recuperar las tierras del adelantamiento,
provocan la interrupción de las obras y que la construcción quedara
inacabada, agravado este hecho por la inundación de 1694, que acabo con las
posibilidades de finalizarla. Con posterioridad a principios del siglo XIX,
los franceses la desvalijaron y el tiempo y los hombres hicieron el resto,
hasta su aspecto actual.
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