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GR247 VARIANTE GR 247.2 (etapa 1) Refugio Campo del Espino - Coto Ríos - Bosques del Sur. Sendero de Gran Recorrido 247

VARIANTE GR 247.2 (etapa 1) Refugio Campo del Espino - Coto Ríos

Perfil Sendero VARIANTE GR 247.2 (etapa 1) Refugio Campo del Espino - Coto Ríos
Característica Descripción
Distancia total: 22,5 km.
Tiempo estimado: 5 horas y 55 minutos
Tramos de pista, camino forestal o rambla: 75,11%
Tramos de senda: 24,45%
Tramos de vía pecuaria: 0%
Tramos de asfalto o cemento: 0,44%
Desnivel máximo: 1.085 m.
Desnivel acumulado de ascenso: 154 m.
Desnivel acumulado de descenso: 1.182 m.
Coordenadas (Según Proyección UTM Datum European 1950): • Refugio Campo del Espino: x524439 y4209665
• Coto Ríos: x513523 y4211181
Coordenadas (Según Proyección UTM Datum ETRS89): • Refugio Campo del Espino: x524327 y4209457
• Coto Ríos: x513412 y4210974



Datos de Interés

  -Accesos. Inicio: al refugio Campo del Espino se llega por pista forestal desde la aldea de Don Domingo y desde el Nacimiento del Segura. Final: a Coto Ríos se accede desde Cortijos Nuevos y desde Cazorla por la carretera A-319.
  -Poblaciones más cercanas: Coto Ríos, Don Domingo.
  -Términos municipales por los que discurre: Santiago-Pontones.
  -Enlaces con otros senderos: GR -7.
  -Puntos de agua: refugio Campo del Espino (aljibe), casa forestal de Los Bonales, Coto Ríos.
  -Puntos de avituallamiento: En el sendero: Coto Ríos. Cerca del sendero: No hay.
  -Refugios: En el inicio: refugio Campo del Espino. En el final: no hay.
  -Alojamiento y restauración en el sendero y su entorno cercano: Don Domingo, Coto Ríos, valle del Guadalquivir.
  -Ciclabilidad: La etapa discurre por senda entre los kilómetros 2,9 y 8,4, donde se encontrarán algunos tramos con fuerte pendiente, especialmente en los últimos 700 metros.

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Lo mejor de la variante

  Esta larga etapa del GR 247 es muy especial porque recorre a lo ancho el corazón mismo del parque natural, bajando desde la severa e imponente altiplanicie de Los Campos de Hernán Perea, a 1700 metros de altitud, hasta el valle del Guadalquivir, a 1000 metros menos de altitud. Esto permite disfrutar de fuertes contrastes paisajísticos que son un buen exponente de la diversidad de ambientes de estas sierras.
Comenzaremos la ruta en los desarbolados pastizales de altura de Los Campos, de amplias panorámicas y límpidos cielos. Bajaremos desde allí a la aldea de La Hoya de La Albardía, despoblada, en una recoleta y bellísima vega rodeada de montañas. Después tomaremos una senda que baja por un agreste barranco cubierto de pinos hasta otro lugar emblemático del parque natural, la cortijada de La Fresnedilla, al pie de los impresionantes farallones de El Banderillas, y que fuera escenario de la resistencia del último morador de estos parajes, Máximo Fernández Cruz, apodado «El Cojo de la Fresnedilla», contra la expulsión forzada de las personas que vivieron en estos valles hasta la década de los 60 del siglo XX.
Más tarde la ruta discurre junto al río Aguamulas, uno de los primeros afluentes de montaña del Guadalquivir, de aguas limpias y salvajes, donde campea la trucha común y salta el mirlo acuático de roca en roca. Siempre inmersos en el bosque, acompañaremos a este río hasta su desembocadura en el Guadalquivir. Luego caminaremos plácidamente cerca de este último, el gran río de Andalucía, que aquí es aún muy joven, pero de cauce más amplio y aguas más tranquilas que su tributario el Aguamulas.
La etapa acaba en la aldea de Coto Ríos, un lugar agradable y tranquilo a orillas del Guadalquivir, situado en un lugar muy estratégico desde el punto de vista turístico y lugar de inicio de la segunda etapa de esta variante, que nos llevará a la vertiente opuesta del valle del Guadalquivir.
Por recorrer parte de los lugares menos habitados y más abruptos del parque natural, nuestra ruta es un excelente escenario -si la suerte nos acompaña- para ver de cerca gamos, ciervos, muflones, jabalíes y cabras monteses, además de buitres y diversas aves rapaces, sin olvidar que podemos tener la fortuna de ver volar a algunos de los quebrantahuesos que han sido reintroducidos en el parque.

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Descripción

  1. Km 0 - Refugio de Campo del Espino
La etapa comienza en el refugio de pastores de Campo del Espino, a 1700 metros de altitud, en medio de la imponente altiplanicie de Los Campos de Hernán Perea, el reino de la oveja de raza segureña, un vasto territorio con una elevada altitud y casi desarbolado. Iniciamos la etapa siguiendo el camino señalizado en dirección noroeste, teniendo a nuestra derecha la cuerda montañosa de Pinar del Risco, de laderas escarpadas cubiertas por pinos laricios, y al que nos vamos aproximando de manera oblicua. Al cabo de 1,2 kilómetros pasamos una barrera que impide el paso a vehículos. Las vistas son amplísimas. A partir del kilómetro 2,2 caminamos por una cañada, siendo el camino menos panorámico que antes, y apareciendo pinos dispersos y enebros rastreros.

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  2. Km 2,9 - Hoya del Ortigal
Llegamos a este pequeño llano rodeado de cerros donde hay un importante cruce señalizado de caminos. Hacia el norte, siguiendo el GR 7, iríamos hacia el nacimiento del río Segura y Pontones. Una parte de ese camino, hasta el fantástico mirador de Juan León hasta cerca del nacimiento, está incluido en el GR 247 como derivación 6. Nuestra ruta, sin embargo, continúa hacia el oeste, coincidiendo con el GR 7 hasta Coto Ríos, que haría de enlace directo con la etapa 17.
Al atravesar la hoya pasamos otra barrera y el paisaje cambia radicalmente. Comenzamos a internarnos en el bosque, abandonando la severa sobriedad de Los Campos para iniciar un largo descenso que acabará en el valle del Guadalquivir, a unos 1000 metros menos de altitud. Comenzamos el descenso por una estrecha cañada entre rocas y pinos. Abunda el majuelo y aparecen algunos arces, mientras en el cielo es fácil ver buitres y algunos muflones pueden sorprendernos.
En el kilómetro 3,5 finaliza la cañada y, según el camino vira hacia la derecha, las vistas se hacen mucho más amplias, teniendo en primer plano los picos de la Morra de Las Hormigas y La Molata, ambos de algo más de 1600 metros de altitud, hacia el suroeste los farallones de El Banderillas y al oeste, a lo lejos, la Sierra de Las Villas, al otro lado del Guadalquivir. Abajo, a nuestra izquierda, aparece la aldea despoblada de La Hoya de Albardía, por la que pronto pasaremos. En el kilómetro 3,9 encontramos un hermosísimo tornajo, hecho con varios troncos de pino laricio, grandes y rectos, con los que antiguamente se hacían los abrevaderos para el ganado de manera artesanal. Es un buen lugar para aprovisionarse de agua. En el kilómetro 4,3 abandonamos el camino que llevamos y giramos bruscamente a la izquierda para bajar a la aldea. Si siguiéramos de frente, en dirección norte, iríamos hacia el Collado de Los Frailes, y más allá se bajaría hasta el excepcional paraje de la aldea de Los Centenares, también despoblada, a través de sendas por las que no conviene aventurarse si no se conocen. Esta aldea, como las de Los Miravetes y Las Canalejas, todas despobladas, constituyen no solo unos parajes de belleza inenarrable, sino también importantes hitos en la memoria colectiva de la comarca de Segura, ya que su abandono fue forzado por el Estado cuando se creó el Coto Nacional de Caza de Cazorla-Segura en los años 60 del siglo XX. Esta parte de la sierra fue deshumanizada de manera coercitiva para dedicarla prioritariamente a la caza mayor, creando un innecesario conflicto de dramáticas consecuencias humanas y sociales en un tiempo en el que los españoles carecían de los derechos democráticos que hoy consideramos elementales.
Siguiendo nuestra ruta, bajamos con rapidez a la aldea de La Hoya de La Albardía caminando a un lado y otro del arroyo cuyas aguas dieron vida a la aldea.

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  3. Km 5 - La Hoya de La Albardía
Esta aldea, a 1460 metros de altitud, está compuesta por unas cuantas casas, humildes y ya en ruinas, bajo las que se extiende una estrecha y preciosa vega. Es un lugar muy especial en el GR 247 porque esta aldea está igualmente deshabitada desde la misma época que las que antes citamos. Conociendo la dramática historia de sus antiguos habitantes, entenderemos mejor el actual paisaje de los lugares que estamos recorriendo, probablemente con un sentimiento agridulce, en el que se mezclan la tristeza por un pasado muy duro y la sensación de plenitud que produce la armonía del paisaje, con sus antiguos bancales de sembradura, los frutales y nogueras, las pequeñas choperas junto al arroyo, todo ello rodeado de montañas cubiertas de bosques.
Atravesamos la nava siguiendo las balizas, ya que el camino no está muy definido, y teniendo el arroyo a la izquierda. Es frecuente la presencia de gamos y muflones en esta veguilla, sobre todo en invierno. Al llegar a una pequeña chopera hay que cruzar el arroyo, fijándonos en las balizas. Cuando acaba la veguilla salimos de ella rodeando la base del cerro que tenemos a la izquierda, en suave ascenso y siempre fijándonos en las balizas. Veremos unos chopos y un cortijo. Atravesamos unos amplios bancales y pasamos junto a la Tiná de Las Hoyas, que está señalizada como tal.

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  4. Km 5,9 - Senda de Los Horcajillos
Justo al pasar la tiná, sale de frente una estrecha senda señalada con una baliza, que hemos de tomar. En este punto apreciamos un nuevo y brusco cambio de ambiente. Dejamos atrás el paisaje suave y humanizado de Las Hoyas y descendemos internándonos otra vez en el bosque por una pequeña senda por la que recorreremos un largo barranco, por el paraje conocido como Los Horcajillos. A menos de cien metros hemos de cruzar al otro lado del mismo, fijándonos bien en las balizas, y a partir de ese momento el arroyo quedará a nuestra derecha. Poco a poco el barranco se va ensanchando y nuestra senda quedando a mayor altura sobre el arroyo, siempre entre pinos. Al frente y a lo lejos, aparecen las rocosas montañas de la Sierra de Las Villas, mientras por la derecha las cresterías de la Morra de Las Hormigas y del Puntal de Las Cabras asoman sobre sus laderas pinariegas. Según bajamos, los pinos laricios o salgareños se tornan más altos y robustos, siendo acompañados por enebros y sabinas moras.

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  5. Km 7,3 - Collado
En este punto nuestra senda gira a la izquierda y cambia de vertiente, quedando abajo a la derecha, en el barranco que abandonamos, el Cortijo de Cubero, también despoblado. Las vistas en este collado son impresionantes, pues tenemos a la izquierda, bien cerca, los espectaculares farallones de El Banderillas. La senda baja a partir de aquí con pendiente más acusada y hace continuos quiebros. El pinar de laricio se vuelve más cerrado, por lo que perdemos las vistas hacia El Banderillas. A la derecha tenemos el Castellón de Los Toros, cuya característica plataforma rocosa que lo corona apenas vemos desde aquí, pero que es inconfundible desde lo alto de El Banderillas y desde otros muchos puntos. En nuestra senda abundan las sabinas y, cuando llegamos al fondo del barranco, aparece boj junto al arroyo.

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  6. Km 8 - Cruce al Cortijo de La Fresnedilla
En este punto surge a la izquierda una minúscula senda con una baliza de dirección equivocada. Conviene desviarse por ella unos metros y llegar al pequeño cortijo de La Fresnedilla, abandonado hace ya muchos años. Es un lugar de una extraordinaria belleza en el que merece la pena detenerse con tranquilidad, porque es uno de los puntos más atractivos del GR 247, ya que lo más agreste se combina con los testimonios del poblamiento humano que hubo en el lugar hasta los años 70 del siglo XX. El último morador de La Fresnedilla fue Máximo Fernández Cruz, apodado «El Cojo de la Fresnedilla», que resistió hasta el final contra la expulsión forzada de las personas que vivieron en estos valles hasta la década de los 60 del siglo XX y acabó siendo encarcelado. Contemplaremos viejos bancales, grandes nogales y algunas ruinas, todo ya abandonado, pero lo que más impresiona es la majestuosidad del lugar en que vivieron sus antiguos pobladores, casi al pie de los altos y verticales paredones de El Banderillas, una de las montañas más altas del parque natural. Rapaces y grandes ungulados, como ciervos, cabras monteses y gamos, son frecuentes de observar. De los mismos paredones de El Banderillas, en la Cueva del Nacimiento, nace el río Aguamulas, cuyas aguas rompen en algunas ocasiones formando espectaculares cascadas, que no se ven desde nuestra ruta.
Volviendo a nuestra senda, cruzamos el arroyo y enseguida llegamos al siguiente hito de nuestra ruta.

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  7. Km 8,4 - Mirador del Aguamulas
Nuestra senda llega a un gran mirador, que es donde acaba la pista forestal que sube desde el valle del Guadalquivir y que seguiremos a partir de ahora. Pero antes merece la pena detenerse de nuevo, porque desde el mirador podemos ver el mismo paisaje que desde La Fresnedilla, pero desde el lado contrario, pudiendo apreciar mejor lo imponente de El Banderillas y todo su entorno.
Reiniciando nuestra ruta, el ambiente cambia de nuevo. Ahora ya caminamos por pista forestal en suave descenso, en medio de un paisaje cien por cien forestal. El valle, muy estrecho al principio, se va abriendo poco a poco, y abajo a la izquierda oímos siempre las aguas cantarinas del Aguamulas, un río corto pero limpio y salvaje, al que acompañaremos hasta su desembocadura en el Guadalquivir.
La presencia en este río de trucha común y de mirlo acuático, fácilmente observable, son buenos indicadores del excelente estado de sus aguas. Según bajamos, la vegetación varía, con lentiscos, enebros y olivillas (Phyllirea angustifolia), además de sabinas, acompañando a los pinos carrascos. Vemos también algunos arces y quejigos. Mientras, continuamos viendo a la izquierda El Banderillas A partir del kilómetro 10 se abren vistas al frente, de manera intermitente, hacia la Sierra de Las Villas, y un poco más adelante vemos el Majal Alto, cuya cima se identifica por tener una antena. La pista hace una serie de curvas para salvar el desnivel y bajar casi hasta el curso del Aguamulas, mientras el bosque es cada vez más diverso, apareciendo bastantes madroños y mucha encina.
En el kilómetro 13,4 vemos con nitidez el río abajo a nuestra izquierda, y al poco nos ponemos ya casi a su lado, disfrutando de la cercanía de sus aguas y de su vegetación de ribera, viendo al fondo, a la izquierda, la inconfundible silueta de la Piedra del Mulón.

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  8. Km 14,5 - Arroyo del Hombre
En este punto, conocido como Los Caracoles de las Juntas, confluye por la derecha el Arroyo del Hombre, que proviene del antes citado Cortijo de Cubero. Junta al arroyo parte un camino, al lado de una pequeña presa, que nos llevaría hasta el Cortijo del Arroyo del Hombre, también llamado Cortijo del Tío Ratón. Es interesante desviarse por este camino, ya que, al cabo de poco menos de dos kilómetros, descubriremos un lugar sorprendente, porque las minúsculas y primitivas estancias del citado cortijo están excavadas en la misma roca, constituyendo un ejemplo extremo de adaptación del hombre a las condiciones que le ofrece el medio serrano.
Siguiendo por nuestra ruta, la frondosidad del bosque es cada vez mayor, sobre todo en la orilla opuesta, que está orientada al norte y es conocida como La Asperilla Húmeda.

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  9. Km 16,4 - Casa de las Tablas
En este paraje, donde el Arroyo de la Campana confluye con el Aguamulas, sale un pequeño camino a la izquierda, a contramano, que baja al río, siendo un buen lugar para desviarse unos metros de la ruta y acercarse cómodamente a sus aguas, disfrutando de una pequeña pradera con fresnos y chopos. Habitualmente hay dispuestos unos troncos que facilitan el cruce del río. Si los usamos debemos asegurarnos de su buen estado. Una vez en el lado opuesto hay otra agradable pradera. Siguiendo por nuestra ruta, en el kilómetro 17,3, encontramos una estupenda fuente a la derecha, y unos metros más adelante, la casa forestal de los Bonales, donde hay una barrera que impide el paso de vehículos por la pista que estamos recorriendo. Nuestra ruta continúa adelante.

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  10. Km 18 - Pista del Guadalquivir
Este punto es un cruce importante, ya que hemos llegado a la pista forestal que recorre la orilla derecha del Guadalquivir, que se convierte en cola del embalse del Tranco cuando hay mucha agua. Hacia la derecha, esta pista recorre parajes de gran belleza y relevancia ecológica. De hecho, por ella discurre la Ruta Félix Rodríguez de la Fuente, en honor del inolvidable naturalista que grabó aquí algunas secuencias de su serie documental «El Hombre y la Tierra». Si recorriéramos esa ruta llegaríamos a dos magníficos miradores, el de Mirabueno, a 2,3 kilómetros, y el de Cabeza de la Viña, a 6,6 kilómetros. Para seguir nuestra ruta debemos girar en el citado cruce a la izquierda, admirando los hermosos robles (quejigos), y observando que la presencia de chopos y hiedra denotan la frescura del lugar a pesar de su baja altitud (660 metros). A los pocos metros se llega a la piscifactoría del Aguamulas, que suele estar abierta al público, y enseguida cruzamos el río por un puente, ya a pocos metros de su desembocadura en el Guadalquivir.
La ruta continúa después junto al Guadalquivir, que queda a nuestra derecha, bastante más ancho y manso que el Aguamulas. Abundan los grandes quejigos y la vegetación de ribera está dominada por chopos, tarajes y sauces. La pista, cuyos últimos metros están asfaltados, llanea junto a unas praderías, pasando junto a un camping.

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  11. Km 20,6 - Camino a Coto Ríos
En este punto nos desviamos hacia la izquierda por una pista más estrecha, que asciende, enfilando ya hacia la aldea de Coto Ríos. Dejamos el cementerio a la izquierda y avanzamos por un pinar de pino carrasco con un cerrado sotobosque mediterráneo en el que abundan la encina y el lentisco.

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  12. Km 22,5 - Coto Ríos
Esta aldea, a orillas del Guadalquivir, marca el final de nuestra larga etapa. Es una pequeña población que se creó a mediados del siglo XX por el Instituto Nacional de Colonización para acoger a los serranos que fueron expulsados de sus cortijos en la montaña cuando se creó el Coto Nacional de Caza de Cazorla-Segura al que antes nos referimos. Posteriormente, su privilegiada situación en el valle del Guadalquivir y la cercanía de varios campings han convertido a esta joven aldea en un lugar estratégico. La presencia del Guadalquivir, de aguas limpias que aún no han sido embalsadas, y las altas montañas que flanquean su valle, hacen de Coto Ríos un lugar realmente encantador.

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Los Tornajos: un Patrimonio Etnográfico y un Hábitat para la Fauna que se Pierde

  En esta y otras etapas del GR 247 el senderista verá viejos tornajos hechos en pino que son muy característicos de estos paisajes serranos, sobre todo en las zonas altas donde abunda el ganado ovino.
Los tornajos son abrevaderos que se hacían ahuecando un pino, que se colocaba junto a una fuente o manantial en pleno monte para retener el agua circulante y facilitar su disponibilidad para el ganado. El pino que se utilizaba era el salgareño, que es como aquí se le llama al pino laricio (Pinus nigra ssp. nigra). Al conjunto de varios tornajos, dispuestos de manera que unos vierten sobre otros, se le llama tornajera. Lo habitual en otras zonas de España es que estos abrevaderos se construyeran con piedra, pero aquí siempre tuvo más éxito el pino, tanto por su disponibilidad como por su resistencia, ya que, mientras el tornajo tenga agua, sus grietas se cierran por la dilatación de la madera y aguanta décadas.
Poco a poco, los tradicionales tornajos de las sierras van desapareciendo. Y con ello se pierde cultura, paisaje y biodiversidad. Muchos de ellos han sido sustituidos, primero, por abrevaderos de cemento, y después, por los metálicos, de estética chirriante. Con cada tornajo que se pierde, se va una porción de la cultura ganadera y sus oficios artesanos. Se va un elemento que da carácter y personalidad al paisaje serrano. Se va la huella y la memoria de las gentes que han modelado ese paisaje. Incluso se va un poco de nuestro patrimonio natural, porque cada tornajo supone un pequeño ecosistema que saca su mejor partido a ese elemento mágico y siempre escaso que es el agua: estas pequeñas balsas de madera son un paraíso para los anfibios, entre ellos el pequeño sapo partero ibérico (Alytes dickhilleni), una especie exclusiva de las sierras del sureste ibérico cuyos renacuajos prosperan felizmente en los tornajos, pero se cuecen en los abrevaderos de metal. En definitiva, los tornajos son un pequeño pero significativo exponente de todo lo bueno que ocurre cuando hay sintonía entre hombre, naturaleza y cultura -en el fondo, tres maneras de decir lo mismo.

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Mapa del Sendero

Mapa Sendero VARIANTE GR 247.2 (etapa 1) Refugio Campo del Espino - Coto Ríos
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