En esta ocasión acompañado por Javier (
espero que no me regañes mucho por las mayúsculas y minúsculas) y José Antonio; una ruta sencilla, con el objetivo de localizar Cueva Tocinos, que no supe encontrar, en otra muy reciente, a este mismo paraje. Este covarrón, era usado para tirar los cerdos muertos, de las cercanas porquerizas de D. Román. Traía a sus cerdos “
negros” desde otra de sus fincas, Mata Román, en Hornachuelos (hoy parte integrante del Parque Natural de igual nombre), para cebarlos con bellota.
Pariente, a unos
“les da” por las Villas y a otros por Mata Begid. Comenzamos, de nuevo temprano, esta ruta circular, en el llamado Centro de Visitantes de Sierra Mágina, situado en la carretera entre Cambil y Huelma.
Desde el paraje del Peralejo, donde se ubica el centro, nos dirigimos, en sentido oeste buscando el mismo nivel del Cortijo del Peralejo, cuyas inmediaciones están protegidas por un vallado ganadero. Se toma la senda que nos lleva al tranco que salva los calares y que nos sitúa junto a la Cueva de la Solana. Ésta, con pinturas rupestres, aunque “
de reciente” elaboración. Tras el paso por el magnífico tranco de piedra, llegamos a la Majá del Carnero con restos de cultivos y las ruinas de una choza o caracol de piedra.
Avanzamos hacia otra preciosa majada, la Majá de la Umbría o Majá del Rincón. Esta majada se nombra de las dos formas indistintamente, o se nombra como la del Rincón la más pequeñas tras cruzar la del Carnero.
Por su zona alta alcanzamos la senda que nos guía a la Vereda Alta, que cruza la Umbría del Castillejo. Es una senda muy perdida, cubierta de monte bajo y encinar. Atravesaremos dos “
pelotares”. Un “
pelotar” es otro de esos conceptos serranos, algo difusos de entender. Es una zona despejada de monte que se ha cultivado antaño, más pequeña que una majada y que está siendo, de nuevo colonizada por la vegetación. Así y cruzando un cortafuegos, recientemente desbrozado llegamos a la altura del Castillejo. En esta zona donde termina el cortafuegos y comienza de nuevo el monte, se localiza este covarrón. Posee una entrada oblicua, como en diagonal, adentrándose en la tierra, que la hace difícil de localizar, pues no hay ningún resalte de importancia, que indique su presencia.
Tiene una numeración, que podría indicar su catalogación o registro, aunque lo desconozco.
Desde aquí la senda se difumina y pierde entre el monte. Aunque hay veredas del ganado que se adentra. Hemos de seguir hasta la Majá del Ayozo, pero antes de la misma y antes de una trinchera natural de piedra, que delimita esta majada, por su cara norte, girar en sentido derecha y hacia atrás, describiendo un arco, para buscar el collado entre los dos puntalillos, que delimitan “la hoya” de la cañada de los Cornicabrales. Esta es la teoría, sobre el terreno es un
paso de jabalíes por lo intrincado del monte y la pendiente del terreno. Esta es la zona más difícil de caminar, aunque es corta en distancia.
Ya aquí seguimos por el carril, que muere unos metros más abajo y seguimos la senda (si la siguiésemos, nos llevaría de nuevo, por el paraje de los Collaillos, a la Majada de la Umbría o del Rincón).
Nos encontramos con un boliche, en perfecto estado y que nos marca la entrada a un cómodo canuto, que hoy no visitamos.
A esta cañada (también nombrada como Hoyo de los Nevazos de Abajo), llegan unas rodadas que tomamos hasta Llano Vaquero, donde nació y creció Juan Rodríguez alias “
capullo”, antiguo guarda de la finca. Buscamos la botella con el trozo de papel que cuenta su historia, y que por cierto está muy deteriorado, y cuarteado.
Desde este punto retomamos la pista hasta la fuente de la Puta, para llegar por la Escaleruela, hasta el Cerdón y sus corrales de piedra. Desde aquí y por la cañá del Contarero, visitamos la piedra del Contaero, donde se recontaban los animales (ovejas y cabras). A ambos lados de este paso estrecho natural pasaban los pastores, la noche, antes del “recuento”.
Retomamos de nuevo otras rodadas que mueren en ese precioso Hoyo de los Nevazos, descendiendo por la vereda hasta el Peralejo, haciendo una pequeña parada en la profunda Sima, que se localiza en la misma vereda.
Como siempre digo “áspera, dura y exigente, jamás defrauda, la indómita Sierra Mágina”.
En esta ocasión, una buena y
amable ruta, en buena compañía!!
Este bonito paraje es el Hoyo del Espinar
precioso el Hoyo de los Nevazos