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Poyos del Tabaco, Teruela y Umbría del Puntalón
Ésta, es una versión acortada en tiempo y distancia, que no en dureza, de los magníficos Poyos del Arco, del Desplumaero y del Tabaco, aunque con algunas variantes. Como se nota que los días ya van acortando, y para recorrer este paraje, hace falta luz suficiente (tú, ya lo sabes pariente), comenzábamos a andar a siete menos cuarto, tras pasar la entrada de la finca de la Mesa, llegando a los vehículos antes de las doce.
La verdad, es que no es una ruta "apta para todos los públicos" Tiene tres nuevos alicientes. La primera, muy exigente, subida a la Teruela o Tejuela, que es una gran pedriza en forma de embudo, en cuyo seno nace el arroyo del Desplumaero y donde, además de esa gran y deliciosa lastra, crecen varios tejos. Uno especialmente impresionante, junto a numerosas madreselvas, de porte arbóreo. Éste es un lugar para deleitarse, contemplándolo y caminándolo, durante “horas”, tal y como dice mi amigo David (“culpable” de este inigualable y bellísimo subidón). Además de recorrer los Poyos por la parte más alta, y hacer el paso de la Agüela y de la Raspa; al llegar al Barranco del Toro, cogimos la vertiente derecha del arroyo, para llegar a la base del Puntalón y recorrer su deliciosa y fresca umbría. Nos llevó directamente a la Fuente de los Perros o del Canónigo, pasando, muy por encima, de la majá de la Cueva del Horno y del Cordel de Villanueva, que habíamos recorrido en otras ocasiones. Además, tras el Paso de la Agüela, coloqué un baldosín con la imagen de la Virgen del Rosario, patrona de Mancha Real y consuelo de los soldados, a la cual, previamente a las grandes batallas, rezaban con devoción. Verla en su ubicación, es relativamente fácil; llegar a ella, un poco más difícil. Se me olvidaba el tercero, que es recorrer estos increíbles poyatones, junto a mis hijos y unos buenos amigos. Lo de los amigos, es más habitual; lo de los hijos, inusual. En justicia, debo decir que me sorprendieron mis dos hijos, pues los desniveles y las fuertes pendientes, junto a los desfiladeros, la estrechez y la dificultad de pasos y veredas, hacen de esta ruta, un auténtico “bautismo de fuego” que, evidentemente, superaron con creces. Y las manos en los bolsillos!!!. Ha sido una de las pocas veces que he pasado miedo. No le dí ni una voz!!!, me quedé de piedra!! Última edición por Juan José Frías Mora; 16-Jul-2013 a las 09:53 |
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