Rutón indómito al paraje más salvaje, bello y agreste de toda Sierra Magina. Explosión de sensaciones, lujuria de paisajes y naturaleza a borbotones y sin medida. Exhuberancia de emociones a flor de piel; lascivia natural que estallaba a cada paso y nos desbordaba a cada instante.
Tras este estallido de impresiones, entra el lado racional. Para que esta ruta me resultara tan gozosa, se han aunado varios factores. Las muchísimas ganas de salir, los años que llevaba esperando esta ruta; el carácter insólito en parte y el numeroso avistamiento de animales, algunos poco habituales de ver (garduña, chotacabras, zorro, águila real, halcón y cernícalos, abundantísima colonia de aviones, vencejos y golondrinas). Como no la presencia de cabras, Blanca Andaluza, tantos y tan variados puntos de agua, descubrir renacuajos a tanta altura y en lugar tan inhóspito.
A todo ello le añadimos extraordinarios paisajes, redescubrimiento de antiguos pasos, abismos, paredes verticales, momentos de escalada, junto a una pizca de aventura y riesgo, dan como resultado la imborrable impronta que me ha dejado esta inolvidable ruta, de seis horas y media de duracion, sin parar y sin bocadillo.
Con la ayuda de un altimetro, las indicaciones de los pastores (gracias a "los Cherros" y a Braulio Vilchez), junto a las indagaciones previas hicieron posibles localizar los pasos de los Poyos.
Con el plano de la ruta que previamente habian realizado los Panderos, he marcado la ruta realizada por nosotros, pues buscando el Cordon de los Carriles, hallamos otra preciosa vereda, que nos facilito y mucho el regreso.
El punto de inicio y regreso es el Vivero, una construccion junto al Cortijo del Tio Raton denominada en los mapas Casilla de Francisco Torres (termino municipal de Pegalajar)