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Iniciado por Juan José Frías Mora Ver Mensaje
Para llegar a ver el amanecer en la cima del Almadén, hay que salir muy temprano; pariente, es una excusa como cualquier otra.
Habíamos dejado el coche en la era de Peña Blanca y ascendido por la pista hasta la cumbre del Repetidor. Una subida nocturna con algún raposo y numerosos chotacabras (Caprimulgus ruficollis). Esta misteriosa ave crepuscular y migradora, planea de forma silenciosa y a baja altura. Es similar a un gran vencejo. Cabeza amplia y aplanada, grandes ojos y unas enormes alas puntiagudas, posee además pequeñas patas y un trino prolongado, extraño, enigmático y algo tenebroso. Lo estuvimos observando hasta en la misma base de los edificios, superando los 2000 m.
Tras disfrutar los primeros rayos y reconfortarnos con un termo caliente, la vuelta la hicimos, el bueno de Matías y yo, buscando el paso que las cabras blancas hacen desde los poyos hacia el Almadén, aunque en sentido inverso.
Vimos algunos de los pozos de nieve, que existen en la cabecera del barranco del Chinal. Por cierto, cada día más colmatados y difícilmente reconocibles.
Tras esto, nos descolgamos por la Teruela o Almadén Bajo, cuyos agracejos (Berberis hispanica) están pletóricos de “uvillas”.
Íbamos buscando el soberbio ejemplar del tejo, que corona el embudo de la Teruela. Posteriormente y para acceder al Poyo del Desplumadero, descendimos por la torrentera que se precipita entre éste y el Poyo del Arco.
El caminar por este lugar siempre es un placer, aunque la cascada que se forma, ha barrido de piedras y tierra y hay que ir con sumo cuidado, al formarse un pronunciado escalón, en el punto donde terminan las piedras y queda al descubierto la roca desnuda.
Tras visitar a la Agüela y la Raspa buscamos la Fuente del Pajarillo, con alguna reparación aunque, ésta, tiene mucho esfuerzo para quedar bien, pues aunque no llega nunca a secarse, rezuma muy poca cantidad, que se almacenaba en un pilar para que bebiesen las vacas que por allí pastaban antaño. Al romperse, entran los animales a beber y restregarse con el barro.
Luego visitamos el paraje de la Cueva del Horno, sorprendiéndonos con sus boliches bastante deteriorados y las ruinas de una choza.
Finalizamos junto a la fuente de los Canónigos, que por cierto recientemente han vuelto a arreglar el nacimiento.
Una buena ruta de poco mas 18 km y nueve horas, disfrutando del paisaje y un águila real que nos acompañó en todo el recorrido.







La gran Real, se identifica muy bien por su gran envergadura (la mayor de nuestras águilas) y su majestuosidad en vuelo. Éste es espectacular; sereno, dominando el aire con suma destreza. Se identifica por las manchas blancas muy visibles en las alas y la cola blanca con el ribete negro.

Bonita ruta, pariente.

Algún día tendrás que llevarme a ese emblemático "Almadén".

Lástima que me pille retirado, pues al contrario que tú me cuesta más el pegarme ese madrugón, para lo cual "tú estás siempre predispuesto,y, hasta para no dormir si es necesario".

Sigue así, pues "hasta disfrutas".

NOS VEMOS, APAÑAO.
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