Tarentola mauritanica
Este pequeño “primo” de los dinosaurios tiene muy mala reputación, acentuado por la ignorancia y falsas creencias y mitos, acrecentados tal vez, por esa pupila vertical que le dota de una mirada fija y penetrante y que puede aparentar ser un animal pérfido, peligroso o venenoso.
Nos enseñaban a que escupían y
se te caía el pelo y que al morder, podían transmitir la rabia
Nada más alejado de la realidad. Ese
geco español es un voraz consumidor de mosquitos, moscas, larvas y adultos de insectos que provocan plagas en el olivar como el barrenillo, la mosca y el prays; por lo que es un fenomenal y estupendo aliado de las personas, del olivar, frutales y de todos los cultivos.
Viven sobre cualquier rendija de cualquier muro o piedra y al ser una especie antropófila, se ha visto favorecida por el hombre y se cree que su introducción en la península se debe a la mano del hombre, por parte de los invasores musulmanes, que a modo de insecticidas pudieron acompañar a los nuevos ocupantes de la península, al igual que sucedió con las ginetas.
Es presa común para gavilanes, cernícalos y especialmente hacen daño los gatos, que las consumen hasta exterminarlas de los lugares que frecuentan los felinos
Su característica, además, insisto, de ser benefactor de personas y cultivos es que posee una peculiaridad digna de conocer. Es su magnífica forma de desplazarse. Es capaz de sujetarse sobre superficies lisas y verticales y moverse con suma facilidad y rapidez.
Esta capacidad de sujección, no se basa en ventosas en los dedos, sino en múltiples repliegues de piel, rematados por millones de ganchitos microscópicos, que a modo de bandas transversales, cubren las palmas de las patas.
También hay que destacar su capacidad crìptica. Cambia el color de la piel y se camufla con el entorno. Desde tonos muy oscuros de día y en zonas expuestas al sol, a casi blancas de noche y zonas oscuras, incluso tonos verdosos en zonas ricas en vegetación.