A pesar de ser tan repulsivas y repugnantes, una miríada de larvas de distintas especies de moscas (azules, verdes y negras), son parte esencial del ciclo de la vida y la muerte.
Una cabra montés muerta en el fondo de una poza. Su putrefacción en el cauce y su extensión por el curso de agua, podría provocar una cadena de infecciones que, antes o después, afectarían al resto de animales, incluidas las personas. Las moscas con su labor (asquerosa, eso sí) permiten la desaparición del cadáver, donde ningún otro necrófago, puede alcanzar.
Se aprecian las costillas y las asas intestinales entre la marea de larvas luchando por comer y sobrevivir, aunque no están nítidas, merece la pena el documento gráfico