Tras el “
redescubrimiento” en compañía de Sansón y Manuel Rubio, de estas antiguas sendas, volver a recorrer estos caminos, siempre es gozoso.
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Si además la compañía es de “
Altura”, mucho más. A los habituales "
Frescales de los Miércoles" con José Ramón, César y Justi (incombustible, a pesar de no estar al 100%), Manolo de la Torre, Carlos y Encarna, más Diego, se unieron Pedro “El Grande” y Armando y Marisol, que recordará la Cuesta Juliana, durante una temporada. Además una avanzadilla de los Panderos encabezada por su Lugarteniente Abelardo, flanqueado por la Dama de Hierro Marina y Pepe que, al final, sufrió un poco las continuas ascensiones y descensos, que implican la “
toma” de esa inmensa fortaleza pétrea y sus altivas paredes, que defienden esta inigualable cordillera; tan atractiva, tan llamativa, tan fascinante; La Sierra de las Cuatro Villas.
Cuando coronas el primero de los Trancos, las Correderas, se aprecia el imposible desnivel que se flanquea desde el Guadalquivir, ceñido por el olivar infinito.
El Paso del Cuco, uno de los rincones de mayor belleza de toda las sierra, auna belleza natural y sabiduría serrana de una forma magistral.
El descenso por los Trancos de los Albardanos y de la Zorra son, el perfecto colofón a un recorrido, que nos retrotrae a cercano pasado, gracias al cual podemos disfrutar con estos incomparables y extraordinarios paisajes.
Estoy convencido que ese atavismo, que aún nos vincula con nuestros ancestros prehistóricos, es la causa de la profunda e intensa satisfacción que nos provoca el caminar por la naturaleza.
Nos acordamos, de algunos de los excelentes amigos y compañeros de ruta como Paco y Pepe Úbeda que estarían recorriendo la “Ruta de la Tapa” y también de mi pariente Pepe Cabrera, que junto a Sansón y Sansonite exploraban el Calar de las Morillas.
Por supuesto de otro "
Gran Villano" Galenomam, que debía estar enfrascado en una
encarnizada lucha con el Miramolín
