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Navazalto
¿Quién no se ha acercado en alguna ocasión a Navazalto? Visita obligada para cualquiera que se aproxima a la sierra de las Villas por la vertiente mogonera. Para la mayoría, Navazalto queda representado por una cima a la que se accede fácilmente, incluso en vehículo, por un carril que parte de la carretera transversal de la sierra, por encima de la Fresnedilla y donde existe en la cumbre una de las casetas de fogoneros más conocidas, al igual que uno de los balcones más inmensos del Parque de Segura, Cazorla y las Villas.
Tres niveles de satisfacción me ha dado Navazalto. El superior, aéreo, una provocativa cresta que arranca desde Guarhondo, se encarama al puntal del lentiscal y buitreras de Navazalto primero y al de la Cuna después sobrevolando el profundo barranco de la Osera para desde aquí tomar dirección NE por un sugestivo tajo de dos kilómetros hasta el Puntal del Filo, donde la cresta declina para entregarse a la nava del Vilano (Milano), de un lado, y la campiña, la inmensa campiña que se orilla al río Grande de Andalucía cuando sale de la sierra; del otro, el valle de Guarhondo y la sierra profunda más allá determinan una panorámica interminable, en el espacio y en el tiempo. Otro, medio, que desde las buitreras podemos tomar bordeando los puntales descritos anteriormente para desembocar en los llanos del navazo, por donde los tranquillos y por donde la senda de la cuesta de Navazalto alivia el desasosiego del esfuerzo de la subida, continua por el gran púlpito que la naturaleza ha puesto para que le agradezcamos el increíble lugar que aquí ha consumado en forma de Puntal de las Cuevas, pasa por el afable monolito, incansable mirón del Bigarral, y se mete por debajo del filo que anteriormente hemos descrito recorriendo todo este abigarrado lugar lleno de entradas y salidas en forma de puntalones que invitan irresistiblemente a asomarse en cada uno de ellos. Recorre todo este Poyo Angosto que sin embargo ellos encontraron como darle uso y, por eso, le hicieron un formidable tranco en la mitad del filo para acceder más fácilmente. Salimos de Poyo Angosto, del Bigarral, por el collado de los Blanquizares, bajo el Puntal del Filo, para darnos de bruces con otro pulpito grandioso, el Puntal del Ahijadero, rotundo nombre ovejero que poco a poco va desapareciendo desde que Lucas ya no surca los pastos de Navazalto. Finalmente, el inferior, deseado desde que por primera vez alcanzamos a divisar por las alturas aquella ruina de cortijo, una tapuela imposible, intuyendo que por algún lugar entrarían y saldrían. Fuimos cercándolo poco a poco, sin empacharnos de golpe, arrimándonos y haciéndonos de querer, ronroneando como si a un animal hubiéramos de domesticar, para que nos aceptara en el asalto final, para que no se nos opusiera, para que no saliera corriendo asustado o se nos lanzara imprevista y vorazmente. Nos dimos a conocer y lo conocimos, le planteamos amistad y nos aceptó, hasta llegar el día en que pudimos satisfacer la inquietud, la incertidumbre de penetrar en uno de los enclaves más misteriosos de esta parte de sierra que queremos conocer. Por fin llegó el día de saborear la pulpa de este apetitoso melón que tantas satisfacciones nos dio. El tercer escalón en que este Navazalto se desparrama hacia el Aguascebas es el más fragoso e infranqueable. Entregado a la vegetación, aún conserva increíblemente y medianamente transitable la vieja senda que ellos usaban, los que asombrosamente construyeron en todo este tinglado un cortijo coronando el pluscuamperfecto centro del barranco perfecto, el del Bigarral o el del Toril si lo preferimos, ya que es este arroyo el que nace justo debajo del cortijo de la confluencia de otros dos que caen casi simétricamente de la cumbre. Desde el Puntal del Serrano a los Picazos queda embutido esta simétrica hondonada centrada maravillosamente por el puntal que sostiene la tapuela que ellos hicieron para vivir. Podéis ver la serie completa de Navazalto en EL COCHE DE SAN FERNANDO, OCHO rutas imprescindibles para conocer a fondo el macizo de Navazalto. Espero que os sea útil. Galeno MaM |
#2
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Así da gusto conocer la Sierra.
Saludos |
#3
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Desde luego buenas descripciones de los sitios,
No cuesta trabajo revivirlos en tu descripción, ayuda el que haya recorrido en distintas ocasiones esos rincones, aunque me falta el primero de todos, recorrer toda la cresta. |
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Cita:
Soberbio octeto de cuerda (o mejor de macizo). Delicioso para leer y muy útil para hacer. Estimado "Gran Villano", mi mas sincera enhorabuena!!!! |
#5
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Acabo de entrar de nuevo a ver este hilo, y me ha sorprendido la imagen del monolito, que varias veces he visto y nunca he reparado en observar que parece UN SENDERISTA CON SU MOCHILA, CONTEMPLANDO LOS BIGARRALES. O tengo mucha imaginación, o veo la cabeza con su nariz, ojo, boca, la mochila, el bazo derecho en fín, UN SENDERISTA. |
#6
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Pues si Cesar, eso me pareció la primera vez que contemple esta perspectiva, alguien que quedó petrificado ante este exabrupto de la naturaleza. Desconozco el/los autores del monolito, creo que se hizó para advertir a los arrieros del lugar donde debían recoger el estiércol que subían de las cuevas que hay bajo este, pero es una deducción no documentada, ojalá algún día lo averigüe. Siguiendo tus acertadas observaciones puede pasar perfectamente por un monumento al senderismo, próximo a lo que muchos hemos coincidido a definir como el "embobamiento" en el que caemos ante determinados parajes.
Un ME GUSTA como una casa por tu perspicacia. Un abrazo. |
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