Rastras de Albanchez, capítulo II

[Juan José Frías Mora]

Ésta, es una ruta muy satisfactoria y “disfrutona” pues recorre uno de los barrancos mayores y mas inaccesibles de toda Sierra Mágina. Encontrar sendas en buen estado junto a fuentes es un auténtico placer. Como bien indicó el amigo JDC, en el anterior hilo, que maravillas esconde Mágina. En esta ocasión contamos con la estupenda compañía del Pariente, (que esta vez, estimado Comandante, se portó genial, sin sacar los pies del plato). En esta zona no se puede hacer salidas fuera de la senda, porque te la juegas. Además acompañados por Antonio Vázquez, Manolo de la Torre, José Antonio “Caminante” y Marco Pérez.
Señalar, una vez más, que si se realiza, se deben dejar las vallas en perfectas condiciones, pues ésta, es un arma, imprescindible, para que los pastores puedan controlar sus rebaños, evitando problemas con vecinos y agentes de medio ambiente. Además son bajas y se sortean con facilidad.
En esta ocasión y en atención al pariente, no madrugamos mucho, quedando a las 6,45 en la plaza de Albanchez. Así que a las siete, estábamos caminando desde la curva de la pista que bordea el Torcal y que sigue el trazado del sendero GR-7 en dirección a la Fresneda y Cuadros.
La pista atraviesa olivares, hasta un punto que cruza un pequeño pinar (el único en la pista). Avanzamos por el carril, llegando a un pequeño llano, con las primeras luces, que se denomina La Mesa.
Aquí, comienza la vereda de la Cuerda, que asciende y pasa junto a dos promontorios de roca; el segundo un poco más grande que el primero, se llama el Ochuelo. (el primero, obviamente, la piedra del siete).
Seguimos hasta el primer gran raspón rocoso, llamado Talanquera, que marca la linde de la propiedad particular de las Rastras. Alcanzamos la cima de la cuerda. Aquí, hay una valla que separa distintos lotes de pastos, dentro del mismo término municipal de Albanchez. Insisto en dejar la valla en buen estado.
Toda la vertiente derecha de picachos y salientes, se llama los Boquetes. Llegaremos a otro saliente junto a la vereda. Es el Picacho Navarro, dejando aquí la vereda de la Cuerda para descender al Puntal del Junquillo. A su derecha, una cañada con numerosos picos y salientes; son los Ladres.
A la izquierda, en la cuerda de la Corona, el primer peñón, es Peña Blanca, le sigue una loma, llamada del Acerillo, para culminar con el promontorio rocoso más sobresaliente, es el Espolón, previo a la Corona, propiamente dicha.
Nosotros, volvemos a la vereda cruzando la valla ganadera, para llegar a la fuente del Junquillo, con un gran pilar, pero que se encuentra seca. Desde aquí seguimos la vereda, un poco desdibujada. La referencia es La Muela o Cimbra de las Yedras, que hay que buscar desde la fuente, donde duermen las ovejas. A la izquierda, en alto, la Cañá del Sabinar. En esta zona el camino, se pierde, entre monte bajo y sin árboles (ardió hace 10 años por un rayo). Debajo de ella una pequeña majada Poyo Pulío y debajo, un haza mas grande, las Azuelas hasta el mismo cauce de la Eruela. Este tramo es, el de mayor dificultad para seguir la vereda, pues se ha perdido. Aquí lo importante es faldear, sin perder altura.
Desde la Muela, se sigue la vereda, que pasa por detrás de un picacho que se llama el Goterón, hasta el Morroncillo del Sol.
Llegamos la espectacular fuente del Zarzalar. Cuenta con dos puntos de agua, el del propio nacimiento y el de la Rastra Grande (una gran pedriza con un soberbio pie de encina). Hoy no caía agua, posiblemente el poco caudal de las gomas, se habrá congelado, pues en el pilar también tenía una capa de hielo.

Siguiendo la vereda con la orientación del Collado o Puerto de la Víbora, se pasa por La Majá Catota. Como referencia, hay una piedra plana y alargada; de pie, como si estuviese clavada en el suelo.
Llegados al Collado y tras las fotos de rigor, volvemos por la vereda de la majada de Los Cantos (vía pecuaria denominada Cordel de la Sierra), hasta Loma Vaquera, siguiendo la cuerda. Aquí y tomando el sol un grupo de cabras y machos monteses, muy tranquilos. Hoy, además, nos hemos acercado a la cueva que hay en la Utrera, desciendo hasta la Tejea, por una buena verea. En este punto, nace el arroyo de la Eruela, aunque se filtra, para brotar más abajo, conformando una sugestiva garganta y despeñándose, en la cascada de la Caldera o Caldereta del Tío Lobos.
Toda la ladera que desde Loma Vaquera, cae hacia el cauce del Arroyo de la Eruela, son Los Alayos (sugestivo y evocador nombre).
Tras rebasar el portillo de la Caldera, cruzamos el Rompizo Colorao y Las Azuelas; un terreno que se cultivaba, aterrazados y con un pequeño olivar disperso y asilvestrado.
En el último barranco, que desemboca en la Puerta, tomamos la vereda, por debajo del Peñón del Morro, hasta el Peñón de Quintín o Piedra de las Majás. Desde aquí, hasta la majada del Madroño, con su fuente y su pilar. Volvemos hacia la tinada que vuelca al olivar de “Patines” hasta los vehículos, dando por concluida, esta exigente y maravillosa, ruta inédita de Sierra Mágina.
Como acabamos mucho más pronto de lo previsto, debido al ritmo tan constate que puso desde primera hora, el pariente, que venía con ganas, pudimos disfrutar de una penitencia en el Parque de Albanchez.







me tengo que marchar, no me gusta dejar el hilo así, pero mañana seguiré.