Esta preciosa y sugestiva finca, cargada de historia, nos presenta una de las caras más amables de toda Sierra Mágina. Con un hermoso monte adehesado, encinas de imponente porte, formidables quejigos y áceres colosales. Acaricia, además, las más altas cumbres provinciales y posee, tanto sofocantes solanas y escurridizas pedrizas, como frondosas umbrías y amables laderas. Cuenta además, con numerosos y abundantes cursos de agua y una abundante riqueza micológica y faunística, con presencia de las rapaces más sobresalientes de la península, junto a pozos de nieve, sendas, cortijos y caminos antiguos, además de numerosas fuentes; dotándola, en su conjunto, de una belleza insólita.
Necesariamente, hay que destacar que ha llegado, hoy a nosotros, gracias a diversos avatares, pero siempre teniendo un uso ganadero y de caza, que la ha preservado de su tala y transformación completa en cultivos agrícolas; como ha sucedido en gran parte de su antigua extensión.
Si imaginamos el monte Almadén partido en cuatro grandes partes, El “Cuarto” del Almadén, es la parte sureste del monte y con esta denominación, se describe en la documentación oficial, como parte integrante de Matabegid.
De hecho, poco antes de las primeras edificaciones, en la cima del Almadén, en el recodo de una curva, hay un mojón de piedra labrada, que marca la linde de la finca.
Comenzamos nuestra ruta en el Castillejo, antigua fortaleza, vivienda y recinto ganadero; hoy, decrépitas ruinas que se hundirán con la indolente mirada de nuestra, apática Administración Pública.
Tomamos el antiguo trazado del camino que nos lleva a las Porquerizas, hoy explotación ganadera. Rebasamos las construcciones, tomamos la antigua senda, que subía hacia Los Prados, pero que nosotros descendemos, para llegar a la Boca del Espinar. Es una antigua zona de cultivo, junto al cauce del Arroyo de los Prados. Descendemos estas antiguas labores para tomar la senda que nos llevaría al Cortijo del Guarda y al Cortijo de la Boca del Cañaón. Desde aquí, por el llamado camino del Valle del Infierno, llegamos al Cortijo de las Hoyas, entrando en una zona muy fresca, con abundante vegetación.
Siguiendo la vereda, vamos a las ruinas de los Prados y echamos un trago en su fuente. Desde aquí a la fuente de la Puta, donde volvemos a beber y visitamos la fuente de las Palomas, un rezume de agua con muy poco caudal, que se acumula en una pocilla, labrada en la tierra, pero que no llega a secarse.
Desde aquí cruzamos la Escaleruela para llegar a los Corrales de piedra, en la cima del Cerdón. Desde los corrales descendemos por la Cañá del Contadero hasta el paso de piedra que servía para el recuento de animales en los cambios de los rebaños de verano e invierno.
Bajamos hasta el Llano de los Vaqueros, donde cambiamos el corcho (estaba muy estropeado) a la botella que contiene la historia del Guarda de la finca, Juan “Capullo”.
Seguimos la marcha hasta la Cañá de los Cornicabrales, “dejándonos caer” por una senda muy abandonada, cubierta de monte y pendiente, hasta la Majá del Ayozo, llegando de nuevo al Castillejo. Poco antes del carril, cruzamos la preciosa senda de la Umbría del Castillejo, también muy abandonada pero fácilmente reconocible.
Éste es el "Cuarto" del Almadén
Mojón en la cima del Almadén. Puede leerse COTO DEHESA CHAPARRAL
Esta es la primera reconocible, Pariente; eran las 6,07: usando una expresión "muy tuya": Ni pelota!!!!
Es el vereón que parte entre las dos edificaciones ganaderas existentes hoy(detrás, enmedio de ambas y en sentido ascendente). Es el trazado original del camino, que llevaba a los Prados. Se sitúa en lo que eran las antiguas porquerizas de la finca original. Don Román (hijo del Bombita), traía aquí para cebar, cerdos ibéricos de otra de sus fincas, ubicada en Hornachuelos, Mata Román.
