Dehesa Boyal o de Burguillos (Bailén)
Esta ruta era “
otra de esas pendientes”. Por diferentes circunstancias, en esta ocasión, no había compañeros de viaje. Así que, teniéndola a 45 minutos de mi casa, debía verla.
Así la "Dehesa de la villa" como era conocida es una finca de casi 600 ha de monte de encinas muy bien conservado, en el término municipal de Bailén, limitada por el río Rumblar y con presencia de arroyos estacionales. Ha tenido un uso fundamentalmente ganadero (también leña, carboneo, bellotas). Gracias a este uso se ha conservado tal y como hoy la conocemos. Tan importantes eran los ingresos generados que sirvieron para liquidar un préstamo hecho por Torreperogil en el siglo XVI.
Además, en el arroyo de la Dehesa se desarrolló uno de los pasajes que marcarían el desenlace de la famosa batalla de Bailén. Se encontraron dos batallones de mercenarios suizos (uno en cada bando) y al reconocerse, evitaron luchar, anulando este flanco de batalla.
Mas tarde llegarían las desamortizaciones en el reinado de Isabel II, pero a consecuencia de ser la única dehesa en propiedad, se permitió a Bailén no quedarse sin ella.
Hoy día se ha convertido en un hermoso lugar de esparcimiento muy bien conservado, con seis rutas de senderismo de dificultad media-baja, pudiéndose entrelazar unas con otras. Están todas señalizadas.
Hay dos muy atractivas pues pasan del monte bajo adehesado hasta el río Rumblar. Paisajísticamente son una delicia con espesuras de encinas, jarales, cantuesales y la belleza de las moles redondeadas de granito. Además de la ribera del Rumblar y un par de arroyos con profusa vegetación, donde se ven muchísimas aves.
Tiene además una ruta que recorre el llamado Cerro de las Trincheras o de D Javier, donde se localizan numerosas trincheras utilizadas en la batalla de Bailén para controlar el paso por el arroyo de la Dehesa y posteriormente en nuestra Guerra Civil.
Además limita, con este espacio, una ganadería brava de la familia Araúz de Robles, aunque existe un vallado que claramente limita el paso.
Por último cuenta con área recreativa con barbacoas, mesas y un centro de recepción inacabado, alumbrado en la época de bienestar económico y que hoy está cerrado.
Un buen lugar para visitar, amable y cómodo donde además abundan las esparragueras tanto los trigueros o de pan y los de piedra. A pesar de la sequía cogí un buen manojete.
Este es el punto de información
El Rumblar estaba espléndido
Preciosas y caprichosas moles de granito
