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Antiguo 28-Apr-2016, 18:30
Juan José Frías Mora Juan José Frías Mora está desconectado
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Predeterminado Huerta Vieja Cabañuelas, circular

Éste, es uno de esos parajes, que desde la infancia, comienzas a descubrir y amar la sierra.
El primer lugar donde mis padres me dejaron acampar solo y durante tres días, con sus correspondientes noches, fue en las Cabañuelas en septiembre de 1982. A la Huerta Vieja y a todo este paraje hemos ido, desde muy pequeños, innumerables ocasiones, a pasar el día. Le tengo especial cariño y entrañables recuerdos.
Aunque con el paso de los años, la cercanía a la carretera y lo atractivo del lugar, esa idealización infantil, choca con la inexorable realidad; la fantasía del lugar se ha mantenido imperturbable.

Después de muchos, muchos años, hemos vuelto con los Frescales. Aunque a las Cabañuelas si había con mis hijos pequeños y mi señora, también hace años, la zona alta, no la había vuelto a visitar tras el voraz incendio. El paisaje aquí es desolador, a pesar de los años transcurridos desde incendio. Esto no ha sido óbice, para disfrutar cada paso, como si fuese la primera vez.
Una zona pletórica de frondosa vegetación, encinas salpicadas de quejigos, sabinas y enebros en la zonas más pedregosas, convertidas en un auténtico pedregal descarnado, donde no se ha actuado repoblando ni un sólo árbol. Nos sorprendió gratamente localizar un sensacional tejo que se ha convertido en el único reflejo de los que fue una ladera plagada de vida, de verdor y exuberante vegetación.
Tuvimos la suerte de localizar uno de los endemismos botánicos sobresalientes del Parque, el magnífico Jacinto de Cazorla Scilla reverchonii.
Destacar la dificultad de caminar por estos parajes desolados y pendientes y mi opinión, es que una persona sin conocimientos previos de la zona y en muy buena forma física, no debe entrometerse en estos lugares.
La Ruta
Capitaneados por Jose Ramón Navarrete, al que agradezco profundamente y una vez más, su profundo conocimiento de cada rincón de la sierra y esa intuición serrana que le caracteriza. Comenzábamos en la Huerta Vieja, buscando el sendero que cruza el cortafuegos camino de la Tiná de Los Frailes (en el Alpina aparece una construcción, sin nombre). Este sendero ha sido recientemente desbrozado y han puesto algunos paneles explicativos.
Después tomábamos un tramo de pista hasta intentar localizar un precioso paso entre cortados que nos llevaría a un sensacional camino ahormado y empedrado que nos llevó al cortijo de los Frailes (en el Alpina figura como tiná de los Frailes).
Jose Ramón ya había hecho algunos intentos previos para localizarlo sin conseguirlo hasta esta ocasión.
Desde este lugar retomábamos un camino en la lancha Cocones, completamente perdido por el incendio y posterior descarne y erosión del terreno.
En esta lancha, que conozcamos hay tres caminos; el más alto que se dirige a las Lagunillas. Éste que tomamos hasta una tapuela en medio de la lancha y otro, aún mas bajo, que desde Los Frailes lleva a las Cabañuelas. Decididos en seguir por ese intermedio caminamos hasta el barranco de Arroyo Frío para toparnos con roto similar al Puente Toba del Aguascebas. Es un paraje maravilloso, donde el arroyo ha horadado la roca abriendo un precioso paso subterráneo. Tras pasar el barranco hay una maravillosa zona de profundas dolinas, usadas como corrales naturales. Coronamos por la parte alta de las Cabañuelas y sin llegar al Collado de la Cruz, descendemos por otro perdido camino, pero del que se aprecian refuerzos que confirma el trazado existente antaño.
Llegar a las Cabañuelas siempre es un placer y recompensa el esfuerzo, Aquí tuvimos un inesperado encuentro con la magia de la sierra y con “la Encantá”, que nos había dejado un mensaje. O tal vez fuera el alma de Vicentón, el último lobo.
El sendero hacia la Huerta Vieja es delicioso y perfecto colofón a una sensacional ruta llena de recuerdos e historias, además de descubrimientos botánicos, espárragos y algunas setas!!!. Un perfecto día para el recuerdo!!!!
las fotos son de Cabañas, Josechu y Pepe Úbeda; muchas gracias!!!

Por muy idílico que pueda resultar al ver un reportaje, el incendio, la erosión y los desprendimientos hacen extremadamente arriesgado el caminar por estas zonas. Estas laderas desoladas han convertido esta zona alta en unos lanchones inmisericordes, para los que insisto es necesaria muchísima información previa y una forma física extraordinaria.


Scilla reverchonii: El nombre del género tiene su singularidad. Antes un poco de didáctica, para entender la leyenda. La parte femenina de las flores semeja una botella, de cuya base parten los seis estambres que alojan el polen y son la parte masculina.
Escila era una preciosa ninfa de los bosques, de la cual estaban enamorados todos los dioses. Uno de ellos, obsesionado con ella, la perseguía sin cesar hasta que a punto de capturarla, pidió auxilio a su madre Tierra (Gea). Le pidió convertirla en un ser que no pudiesen alcanzar los dioses ni los hombres. Apiada de su belleza la convirtió en un monstruo con cuerpo de mujer, saliendo de las caderas seis cancerberos, seis soberbios perros guardianes, que la protegían. Existe otra versión en la cual, Escila enamorada de un pescador llamado Glauco, del que también estaba enamorada una diosa caprichosa llamada Circe. Ésta por celos, envenenó el lago donde se bañaba la ninfa y al tocar el agua se convirtió en este monstruo de seis cabezas.
En ambos casos el resto de dioses conmovidos por la terrible historia de Escila, convirtieron el monstruo en flor.
El apellido “reverchonii” es en honor de un prestigioso botánico francés apellidado Reverchón.






Última edición por Juan José Frías Mora; 25-May-2016 a las 12:54
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