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Antiguo 01-May-2015, 18:34
Juan José Frías Mora Juan José Frías Mora está desconectado
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Tras la guerra civil, en el cortijo de los Tontos, vivía el Tío Zambullo, un militar bastante brusco y ahora guarda forestal, con su mujer. Ésta, era una señora de Madrid de gustos muy refinados y que vestía de forma un tanto extravagante, con trajes largos hasta los pies, elevadísimos tacones y muy pintada la cara y los ojos. Para Paco y sus hermanos era una auténtica visión!!!

Un domingo apareció en la casa forestal del Puntal donde vivía Paco y su familia. Montada en una hermosísima yegua y ataviada con un largo traje de rosas estampadas y sus altísimos tacones; tras desmontar con cierta y lógica dificultad, le dijo a Balbina madre de Paco:
"Los domingos son para descansar, visitar a los vecinos y tomar el té"

Sorprendida Balbina, le dijo: tomar el qué??

Tras explicarle que se trataba de una infusión, muy buena, traída de Madrid, se dispusieron a prepararlo. Mientras Paco y sus hermanos se partían de risa asomándose por las ventanas y las puertas. Mientras la buena de Balbina intentaba justificar su actitud, explicando que nunca habían visto nada parecido; ellos apostaban por el momento en que esta señora se caería de sus altísimos tacones, mientras incrédulos la miraban caminar, no entendiendo como podía mantenerse en pié.

Paco explicando la distribución de las habitaciones (foto de Pepe Úbeda)


En lo que eran las cuadras, relatando sus deliciosas historias (foto de Cabañas)


En otra ocasión, donde Paco y su toda su familía venían desde Pozo Alcón, pasaron junto al cortijo de los Tontos, donde la señora estaba terminado de hacer un arroz. Insistió tanto en que se quedaran, pues era ya muy tarde y debían tener mucha hambre; así lo hicieron. Como ya eran muchos para comer, la señora lo solucionó añadiendo mas arroz. Cuando se pusieron a comer, ninguno de los hermanos de Paco querían comer, a pesar del hambre.
máma, que esto está malísimo!!!, que esto no hay quien se lo coma!!!
se quejaban sus hijos a Balbina, mientras ésta, dándoles collejas, les obligaba a comer, guardando la compostura.
La buena señora; que vestir sabría mucho la señora, pero de cocina, poco o muy poco; al añadir el arroz crudo, sobre el otro casi terminado, resultó que la mitad estaba duro y la otra mitad deshecho.
Aunque las collejas de Balbina y el hambre hicieron que se comieran todo el arroz

Última edición por Juan José Frías Mora; 03-May-2015 a las 18:24
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