Puntal de Ana María (foto de Cabañas)
Chorreadero de la Tía Amadora (foto de Abelardo)
La
Tía Amadora era una mujer muy grande y corpulenta, que vivía en el Cortijo del Puntal y a la que Paco Cuadros la recuerda trabajando en su telar, lanzando el volante y tejiendo la urdimbre.
Cuando la señora tenía que hacer
sus necesidades fisiológicas se arremangaba cerca del Puntal, dejando
un chorreadero que llegaba hasta el río.
Por esto Paco y sus amigos cuando tenían que beber agua del rio, siempre lo hacían
por encima del chorredero.
Frente al cortijo del Puntal y al otro lado del río, está el cortijo de las Acebadillas. Aquí vivía plácidamente, un enorme gallo, que despertaba cada mañana al padre de Paco, guarda forestal que vivía en la C. F. del Puntal. De tal potencia era su cacareo que le llamaban "
El Pulmones". Tras varios intentos, le llegó su día al pollo. Mientras el padre de Paco, puso todos los condimentos, el padre de Diego, el pastor del Molinillo, puso al
Pulmones.
Tras guisar los condimentos, viendo que el pollo estaba un poco duro, antes de echar el arroz, el padre de Paco fue a recoger tres piedras redondas del río, que añadidas al guiso, ayudaban a reblandecer la carne y dar el
buen punto al arroz. El inconveniente es que cogió las piedras por debajo del Chorreadero de la Tía Amadora, cosa que molestó mucho a los comensales, aunque, desde luego no quedó ni un grano de arroz.
Paco Cuadros, en la era del cortijo de las Acebadillas, donde
sucedieron estos hechos